Un Ícono Cultural

BAR­BIE. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de Gre­ta Ger­wig. 114 minutos

En 1959 nadie esta­ba en con­di­ción de ima­gi­nar que la muñe­ca Bar­bie crea­da por Ruth Hand­ler y comer­cia­li­za­da por la empre­sa ame­ri­ca­na de jugue­tes Mat­tel, cau­sa­ría una sen­sa­ción mun­dial. Es así que 64 años des­pués, la famo­sí­si­ma ado­les­cen­te de cabe­lle­ra rubia adquie­re vida en la pan­ta­lla, gene­ran­do otro rotun­do éxi­to mun­dial des­de su estreno acon­te­ci­do la sema­na pasada.

En Bar­bie la rea­li­za­do­ra Gre­ta Ger­wig, cono­ci­da por Lady Bird (2017) y Little Women (2019), sigue con su impron­ta de no clau­di­car y defen­der a raja­ta­blas los dere­chos de la mujer. Aho­ra bien, para abor­dar la icó­ni­ca muñe­ca se basó en un guión pre­pa­ra­do con­jun­ta­men­te con Noah Baum­bach que adop­ta el carác­ter de come­dia de fan­ta­sía inte­gra­da de núme­ros musicales.

Ryan Gos­ling y Mar­got Robbie

En el pró­lo­go de esta his­to­ria una narra­do­ra (Helen Mirren) expli­ca cómo las niñi­tas que solían jugar con sus muñe­qui­tas que­da­ron des­lum­bra­das con la apa­ri­ción de Bar­bie. De inme­dia­ta la acción se tras­la­da al utó­pi­co mun­do de Bar­bie­land don­de la juve­nil muñe­ca Bar­bie (Mar­got Rob­bie) no ocul­ta su feli­ci­dad en el medio en que se halla; allí está rodea­da de las otras Bar­bies que inclu­yen a la pre­si­den­ta (Issa Rae), la físi­ca (Emma Mac­key), la doc­to­ra (Hari Nef), la abo­ga­da (Sha­ron Roo­ney), la sire­na (Dua Lipa) como asi­mis­mo la que es miem­bro de la Cor­te Supre­ma (Ana Cruz Kay­ne). En ese edén feme­nino son las muje­res que toman las deci­sio­nes en tan­to que los hom­bres ocu­pan un rol secun­da­rio: entre ellos se encuen­tra Ken (Ryan Gos­ling) quien está fuer­te­men­te atraí­do por Bar­bie, su com­pin­che Allan (Michael Cera) y varios otros Ken (Scott Evans, Simu Liu, John Cena, Ben Adir).

Todo mar­cha sobre rie­les para la escul­tu­ral y her­mo­sa Bar­bie cuan­do un buen día al des­per­tar le ace­cha la idea de la muer­te, ade­más com­prue­ba que tie­ne sus pies pla­nos y que su cuer­po mani­fies­ta pro­ble­mas de celu­li­tis. Es por ello que sus com­pa­ñe­ras le reco­mien­dan recu­rrir a la rara con­se­je­ra Bar­bie (Kate McKin­non); esta mujer des­pués de diag­nos­ti­car­la, le acon­se­ja via­jar al mun­do real y ubi­car a la per­so­na que le ha lan­za­do esa suer­te de pen­sa­mien­to som­brío a fin de que resuel­va su pro­ble­ma. De allí en más valién­do­se de su coche como medio de trans­por­te Bar­bie deja su paraí­so fan­tás­ti­co para ir a la ciu­dad de Los Ánge­les pero antes de lle­gar a des­tino des­cu­bre que su admi­ra­dor Ken se ha infil­tra­do en el vehícu­lo a fin de acom­pa­ñar­la en su misión.

Gran­de es la sor­pre­sa de Bar­bie al com­pro­bar que en el mun­do real impe­ra una socie­dad emi­nen­te­men­te patriar­cal don­de las muje­res son deja­das de lado, con­tras­tan­do por com­ple­to con su viven­cia en Bar­bie­land. Duran­te su per­ma­nen­cia Bar­bie sal­drá al cru­ce de la eno­ja­da y crí­ti­ca ado­les­cen­te Sasha (Aria­na Green­blatt) quien es la que le cau­só su inquie­tud, don­de está acom­pa­ña­da por su madre Glo­ria (Amé­ri­ca Ferre­ra) quien ofre­ce un pro­nun­cia­do monó­lo­go femi­nis­ta; asi­mis­mo se pro­du­ci­rá el encuen­tro de Bar­bie con su vete­ra­na crea­do­ra Ruth Hand­ler (Rhea Perlman).

Aun­que en su segun­da mitad no todo es com­ple­ta­men­te cohe­ren­te, como el caso de la injer­ta­da pre­sen­cia de eje­cu­ti­vos de la empre­sa Mat­tel lide­ra­dos por su direc­tor (Will Ferrell), el film es meri­to­rio por varias razo­nes. En pri­mer lugar es impor­tan­te des­ta­car su nota­ble elen­co en el que por la impor­tan­cia de sus roles bri­llan Rob­bie quien lle­va el peso de la pelí­cu­la como la ideal muñe­ca rosa­da y sobre todo Gos­ling cuya insu­pe­ra­ble actua­ción cobra relie­ve en gran par­te del rela­to trans­mi­tien­do exce­len­te­men­te la fra­gi­li­dad de su per­so­na­je. A eso se agre­ga el rega­lo a la vis­ta con­fi­gu­ra­do por el mag­ní­fi­co dise­ño artís­ti­co de Sara Green­wood, el excep­cio­nal ves­tua­rio con­ce­bi­do por Jac­que­li­ne Durran y la impe­ca­ble foto­gra­fía de Rodri­go Prieto.

En con­clu­sión, habien­do adop­ta­do un camino audaz en la con­cep­ción del míti­co per­so­na­je la rea­li­za­do­ra ofre­ce un cla­ro men­sa­je femi­nis­ta a tra­vés de una come­dia pro­vis­ta de encan­to, fres­cu­ra, des­en­fa­do y comi­ci­dad que deja una sen­sa­ción agra­da­ble al fina­li­zar su pro­yec­ción. Jor­ge Gutman

Con la Músi­ca en el Alma

DIVER­TI­MEN­TO. Fran­cia, 2022. Un film de Marie-Cas­ti­lle Men­tion-Schaar. 110 minutos.

Un exce­len­te film en el que su esti­mu­lan­te his­to­ria se armo­ni­za con pla­cen­te­ra músi­ca es lo que depa­ra la rea­li­za­do­ra Marie-Cas­ti­lle Mention-Schaar.

En muchas oca­sio­nes el cine abor­dó el tema de la músi­ca refle­jan­do su capa­ci­dad de poder enri­que­cer el espí­ri­tu humano. En esta opor­tu­ni­dad Diver­ti­men­to ade­más de lograr dicho pro­pó­si­to demues­tra como la lucha, deter­mi­na­ción y per­sis­ten­cia de una per­so­na pue­de en últi­ma ins­tan­cia ren­dir ópti­mos fru­tos. Ese es el caso en que el guión de la rea­li­za­do­ra com­par­ti­do con Cla­ra Bou­rreau con­si­de­ra la his­to­ria ver­da­de­ra de la direc­to­ra musi­cal Zahia Ziouani.

Oula­ya Amamra

El rela­to se ini­cia en 1985 en Pan­tin, uno de los subur­bios de París; en su hogar Abdel Zioua­ni (Zine­di­ne Soua­lem) está vien­do un pro­gra­ma tele­vi­si­vo en el que el direc­tor musi­cal Ser­giu CeIi­bi­da­che) diri­ge el Bole­ro de Ravel y su peque­ña hija Zahia obser­va aten­ta­men­te su desa­rro­llo tra­tan­do de imi­tar al maes­tro. De inme­dia­to la acción se des­pla­za a 1995 don­de vemos a la vio­lis­ta Zahia (Oula­ya Amam­ra) de 17 años y su her­ma­na geme­la Fet­tou­ma (Lina El Ara­bi) que es vio­lon­che­lis­ta com­par­tien­do con su padre y su madre (Nadia Kaci). Que­da cla­ro que esta fami­lia de ori­gen arge­lino cele­bra con entu­sias­mo la músi­ca y las chi­cas sien­ten el esti­mu­lo de sus progenitores.

Si bien la his­to­ria enfo­ca el cari­ño y soli­da­ri­dad exis­ten­te entre ambas her­ma­nas guia­das por su amor a la músi­ca, el foco cen­tral resi­de en Zahia cuyo máxi­mo deseo es la de lle­gar a ser direc­to­ra musi­cal de una orques­ta, una aspi­ra­ción ya mani­fes­ta­da en su infan­cia. Sin embar­go hay serios esco­llos que esta joven debe enfren­tar; así, per­te­ne­cien­do a una fami­lia humil­de de inmi­gran­tes y sobre todo dada su con­di­ción de mujer no se ajus­ta pre­ci­sa­men­te a las nor­mas impe­ran­tes del con­ser­va­to­rio pari­sino al que ella asis­te don­de la carre­ra de direc­ción orques­tal de músi­ca clá­si­ca está reser­va­da al géne­ro masculino.

La cineas­ta que a su vez es igual­men­te apa­sio­na­da por la músi­ca sin­fó­ni­ca narra todas las peri­pe­cias atra­ve­sa­das por la deno­da­da vio­lis­ta a fin de con­cre­tar sus sue­ños en don­de es de vital impor­tan­cia el víncu­lo man­te­ni­do con el emi­nen­te direc­tor rumano Ser­giu Celi­bi­da­che (Niels Ares­trup), quien en vida fue uno de los más impor­tan­tes direc­to­res del siglo pasa­do; a tra­vés del fic­cio­nal per­so­na­je él maes­tro le brin­da a Zahia y a sus com­pa­ñe­ros de estu­dio, lec­cio­nes en mate­ria de direc­ción orques­tal y de qué modo debe pro­du­cir­se la ver­da­de­ra comu­ni­ca­ción entre el maes­tro y sus músi­cos para que la músi­ca lle­gue en toda su dimen­sión al públi­co que la escucha.

Huel­ga seña­lar que el film está nutri­do de núme­ro­sos extrac­tos de renom­bra­das obras del reper­to­rio clá­si­co per­te­ne­cien­tes a gran­des com­po­si­to­res, inclu­yen­do entre otros a Dvo­rak, Bach, Beetho­ven, Mozart, Schu­bert, Pro­ko­fiev, Bizet y Saint-Saëns, que gra­ti­fi­can el oído del espectador.

Sin caer en edul­co­ran­tes sen­ti­men­ta­lis­mos, el guión ofre­ce varios momen­tos de genui­na emo­ción y entre los mis­mas se des­ta­ca la con­mo­ve­do­ra esce­na final en la que Zahia diri­ge la Orques­ta Diver­ti­men­to, que creó con su her­ma­na, eje­cu­tan­do el Bole­ro de Ravel.

Como pro­ta­go­nis­ta del rela­to Amam­ra des­cue­lla apor­tan­do indis­cu­ti­ble soli­dez a la vez que exqui­si­ta dul­zu­ra a su Zahia; aun­que en un rol secun­da­rio igual­men­te mere­ce elo­gio El Ara­bi como su entra­ña­ble her­ma­na che­lis­ta, así como igual­men­te se des­ta­can den­tro del vas­tí­si­mo elen­co Soua­lem como el noble y que­ri­do padre apo­yan­do en todo momen­to la voca­ción de sus sus hijas y Ares­trup dan­do vida al vehe­men­te y tem­pe­ra­men­tal Celibidache.

Ade­más de los valo­res men­cio­na­dos, lo más impor­tan­te que la direc­to­ra resal­ta en este film es el de des­vir­tuar la noción de que el sexo feme­nino no reúne los atri­bu­tos nece­sa­rios para la direc­ción de una orques­ta don­de lamen­ta­ble­men­te en los cré­di­tos fina­les el espec­ta­dor se impo­ne que solo el 6 % de quie­nes diri­gen músi­ca son muje­res. En los mis­mos cré­di­tos se seña­la que Zahia Zioua­ni ha sido lau­rea­da como mejor talen­to emer­gen­te en el fes­ti­val Euro­ches­tries en Polo­nia en Agos­to de 1996 y que a los 23 años ella diri­gió su pri­mer gran con­cier­to con Diver­ti­men­to en la sala Gaveau de París. A su vez esta orques­ta reali­zó más de 1000 con­cier­tos des­de su crea­ción y en 2008, Zahia y Fet­tou­ma han cons­ti­tui­do la Aca­de­mia Diver­ti­men­to que for­ma anual­men­te a más de 500 jóve­nes músicos

En suma, esta es una enco­mia­ble y alen­ta­do­ra pelí­cu­la capaz de lle­gar a una vas­ta audien­cia y en con­se­cuen­cia alta­men­te reco­men­da­ble. Jor­ge Gutman

Un Emo­ti­vo Rela­to Humano

LE TEMPS D’UN ÉTÉ. Cana­dá, 2023. Un film de Loui­se Archam­bault. 117 minutos

Des­pués de haber brin­da­do remar­ca­bles fil­mes como lo fue­ron entre otros Gabrie­lle (2013) y Il pleu­vait des oiseaux (2019) aquí nue­va­men­te Loui­se Archam­bault rati­fi­ca sus con­di­cio­nes de nota­ble cineas­ta con Le temps d’un été, abor­dan­do con deli­ca­de­za el urti­can­te tema de las per­so­nas sin hogar.

Una esce­na de LE TEMPS D’UN ÉTÉ

Fac­tor de vital impor­tan­cia es el guión de Marie Vien quien habien­do sido volun­ta­ria en un orga­nis­mo dedi­ca­do a auxi­liar a per­so­nas iti­ne­ran­tes, su expe­rien­cia per­mi­tió que los per­so­na­jes esbo­za­dos en este film revis­tan máxi­ma autenticidad.

La his­to­ria intro­du­ce al cura Marc (Patri­ce Robi­tai­lle) quien asis­ti­do por la reli­gio­sa Moni­que (Éli­se Guil­bault) está a car­go de una parro­quia en Mon­treal don­de el núme­ro de feli­gre­ses ha dis­mi­nui­do, ade­más de tener fac­tu­ras impa­gas que no está en con­di­cio­nes de can­ce­lar y sin­tién­do­se exhaus­to en su tra­ba­jo lo moti­va a que­rer cerrar el tem­plo. Asi­mis­mo Marc rea­li­za des­de lar­go tiem­po una labor altruis­ta ayu­dan­do a los iti­ne­ran­tes de la zona alber­gán­do­los en su iglesia.

La situa­ción cobra un vuel­co favo­ra­ble para este hom­bre cuan­do se impo­ne que un millo­na­rio que aca­ba de falle­cer y que ha sido emplea­dor de su difun­to padre le ha lega­do una man­sión ubi­ca­da en la peque­ña y pin­to­res­ca loca­li­dad de Sain­te-Blan­di­ne-sur-Mer, en la pro­vin­cia de Que­bec. Esa heren­cia moti­va a que el cura acom­pa­ña­do de la her­ma­na Moni­que deci­da lle­var de vaca­cio­nes en una camio­ne­ta a esos des­po­seí­dos seres para que pue­dan dis­fru­tar de la estadía.

La lle­ga­da a des­tino no es del todo com­pla­cien­te para los aldea­nos de la zona quie­nes miran con rece­lo a los inte­gran­tes del gru­po; a eso se agre­ga algu­nas esca­ra­mu­zas que se pro­du­cen entre Marc y Fra­nçois (Sébas­tien Ricard), uno de los luga­re­ños que había cui­da­do duran­te lar­go tiem­po de esa man­sión a la cual con­si­de­ra­ba suya, aun­que la beli­co­si­dad exis­ten­te no lle­ga a cobrar con­si­de­ra­ble impacto.

Si bien estos seres mar­gi­na­dos tie­nen en común la ausen­cia de un domi­ci­lio fijo, en este rela­to Archam­bault des­ta­ca las dife­ren­tes face­tas de los mis­mos que los han hecho iti­ne­ran­tes. Uno de los per­so­na­jes es el ex abo­ga­do Jean-Pie­rre (Guy Nadon) que habién­do­lo per­di­do todo en su vida sin embar­go mani­fies­ta su preo­cu­pa­ción por ayu­dar al pró­ji­mo; otro caso es el del refu­gia­do con­go­lés Julien (Cedric Keka Sha­ko) que habien­do expe­ri­men­ta­do dra­má­ti­cos inci­den­tes vivi­dos por su fami­lia en El Con­go son las razo­nes por las que bus­ca obte­ner la resi­den­cia legal en Cana­dá. Otro per­so­na­je es Sam (Mar­tin Dubreuil) quien como ex mili­tar en Afga­nis­tán pade­ce el post trau­má­ti­co sín­dro­me. No menos impor­tan­te son los casos de, la autóc­to­na mucha­cha Mia­li (Océa­ne Kitu­ra Bohé­mier-Too­too) a quien su novio la plan­tó deján­do­la en cin­ta, el joven Sebast (Jus­tin Ley­ro­lles-Bou­chard) quien por su tris­te infan­cia estu­vo bajo la super­vi­sión de la DPJ (Direc­ción de Pro­tec­ción de la Juven­tud), Angel (Marc-André Leclair), esca­pan­do de su medio debi­do a su tran­se­xua­li­dad y Molo (Pie­rre Ver­vi­lle) quien está afec­ta­do de una seria enfermedad..

Nutri­do de un exce­len­te elen­co, éste es un muy buen film que abor­da un tema de rigu­ro­sa actua­li­dad don­de por el momen­to no exis­te solu­ción a la visa; no obs­tan­te a tra­vés de la fic­ción la direc­to­ra con­jun­ta­men­te con la guio­nis­ta logran que su tra­ba­jo impac­te por su noble con­te­ni­do huma­ni­ta­rio y el sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad que emer­ge de su narración.

Com­bi­nan­do ade­cua­da­men­te momen­tos dra­má­ti­cos con otros de espon­tá­neo humor, la rea­li­za­do­ra gene­ra esce­nas genui­na­men­te con­mo­ve­do­ras sazo­na­das en algu­nas ins­tan­cias de poe­sía, tenien­do una agra­da­ble músi­ca de fon­do don­de se escu­cha entre otros temas la céle­bre can­ción Halle­lu­jah de Leo­nard Cohen. Jor­ge Gutman

Una Ópe­ra de Phi­lip Glass

AKH­NA­TEN

En la pri­me­ra retrans­mi­sión de la pre­sen­te tem­po­ra­da de verano CINE­PLEX exhi­bi­rá como enco­re la crea­ción líri­ca Akh­na­ten del com­po­si­tor ame­ri­cano Phi­lip Glass.que el Metro­po­li­tan Ope­ra Hou­se (Met), pre­sen­tó en direc­to en noviem­bre de 2019

Esta ópe­ra en tres actos está refe­ri­da al faraón Akh­na­ten, quien fue el pre­cur­sor del mono­teís­mo en el Egip­to anti­guo de 1370 antes de la era cris­tia­na. Glass la com­pu­so en 1983 en base a su libre­to pre­pa­ra­do con Sha­lom Gold­man, Robert Israel, Richard Rid­dell y Jero­me Rob­bins. y su estreno mun­dial tuvo lugar en mar­zo de 1984 en el Stutt­gart Sta­te Thea­tre de Ale­ma­nia. En octu­bre de ese año fue dada a cono­cer en la Gran Ópe­ra de Hous­ton y es aho­ra que el MET la pre­sen­ta por pri­me­ra vez.

(Foto: Met)

La pro­duc­ción es de Phe­lim McDer­mott, quien en 2008 tuvo a su car­go en el Met la pues­ta escé­ni­ca de Sat­ya­graha, tam­bién de Glass, sobre el acti­vis­mo no vio­len­to de Gandhi.

Anthony Roth Cos­tan­zo. (Foto: K. Almond, Met)

El con­tra­te­nor Anthony Roth Cos­tan­zo asu­me el rol pro­ta­gó­ni­co carac­te­ri­zan­do al céle­bre faraón que inten­tó que su pue­blo adop­ta­ra una nue­va reli­gión, aban­do­nan­do la ado­ra­ción a los vie­jos dio­ses para adop­tar una úni­ca dei­dad. Hacien­do su debut para el Met actúa J’Nai Brid­ges quien con su expre­si­va voz de mez­zo soprano encar­na a Nefer­ti­ti, la espo­sa de Akh­na­ten, en tan­to que la estu­pen­da soprano Díse­lla Lárus­dót­tir ani­ma a la rei­na Tye, la madre del faraón.. El elen­co igual­men­te inclu­ye al bajo Richard Berns­tein como el padre de Nefer­ti­ti, el tenor Aaron Bla­ke como el sumo sacer­do­te de Amon y el barí­tono Will Liver­man como Horemhab.

J’Nai Brid­ges, Anthony Roth Cos­tan­zo y Díse­lla Lárus­dót­tir (Foto: K. Almond,Met)

Uno de los ele­men­tos dis­tin­ti­vos de esta ópe­ra resi­de en los aspec­tos visua­les pro­vis­tos por Sean Gan­di­ni, el direc­tor de la com­pa­ñía de mala­ba­ris­mo que lle­va su nom­bre y que invo­lu­cra a 12 per­so­nas inte­gran­do el equi­po, cuyos movi­mien­tos se encuen­tran coreo­gra­fia­dos por Gan­di­ni y que se aso­cian con la par­ti­tu­ra musi­cal. La excep­cio­nal esce­no­gra­fía es de Tom Pye, el dise­ño de ilu­mi­na­ción de Bruno Poet, el dise­ño de ves­tua­rio corres­pon­de a Kevin Pollard en tan­to que la direc­ción orques­tal está a car­go de Karen Kamen­sek, quien efec­túa su debut para el Met.

La exibi­ción de AKH­NA­TEN con sub­tí­tu­los en inglés se efec­tua­rá el 26 de julio de 2023 en las salas de Cine­plex

Lige­ra Come­dia Costumbrista

BLON­DI. Argen­ti­na-Esta­dos Uni­dos-Espa­ña, 2023. Un film de Dolo­res Fon­zi. 87 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Ama­zon Pri­me Video

Aun­que el buen cine argen­tino en Cana­dá se sue­le apre­ciar mayor­men­te en los fes­ti­va­les inter­na­cio­na­les, de tan­to en tan­to tam­bién se lo pue­de juz­gar a tra­vés de las pla­ta­for­mas de strea­ming, como es el caso de Blon­di ofre­ci­do por Ama­zon Pri­me Video.

Dolo­res Fonzi

En su ópe­ra pri­ma la talen­to­sa actriz argen­ti­na Dolo­res Fon­zi a su vez inter­pre­ta el papel pro­ta­gó­ni­co de una come­dia cos­tum­bris­ta que abar­can­do varios temas simul­tá­neos, el más des­ta­ca­do es el de la espe­cial rela­ción materno filial gene­ra­da entre una madre y su hijo.

El guión de la rea­li­za­do­ra escri­to con Lau­ra Pare­des intro­du­ce a Blon­di (Fon­zi) una encues­ta­do­ra social que vive con su hijo Mir­ko (Toto Rovi­to) de apro­xi­ma­da­men­te 20 años quien es un afi­cio­na­do dibu­jan­te. El víncu­lo entre ambos no pue­de resul­tar más satis­fac­to­rio dado que lo que prin­ci­pal­men­te pri­ma es una entra­ña­ble amis­tad com­pa­ra­ble a la de dos ami­gos de lar­ga data; es así que en una de sus con­ver­sa­cio­nes ella le hace saber que a los 15 años que­dó emba­ra­za­da y cuan­do deci­dió abor­tar fue esta­fa­da por quien debía efec­tuar­le el pro­ce­di­mien­to, por lo que aquí bien podría apli­car­se el refrán de que “no hay mal que por bien no ven­ga”. Es así como se los obser­va gozar de la mutua com­pa­ñía enfren­tan­do situa­cio­nes coti­dia­nas que inclu­yen algu­nas visi­tas a dis­co­te­cas y has­ta inclu­so el de fumar un poco de marihua­na; en otras pala­bras a pesar de la dife­ren­cia de edad de déca­da y media ambos sin­tién­do­se jóve­nes dis­fru­tan ple­na­men­te de la vida como bue­nos compinches.

El entorno fami­liar se extien­de con la ado­ra­ble Pepa (Rita Cor­te­se), mamá de Blon­di, cuyo espí­ri­tu prag­má­ti­co a veces inter­fie­re con su hija. El núcleo fami­liar se amplía con Mar­ti­na (Car­la Peter­son), la her­ma­na un poco mayor de Blon­di quien casa­da con Eduar­do (Leo­nar­do Sba­ra­glia), está har­ta de su matri­mo­nio al pun­to de lle­gar a aban­do­nar su hogar dejan­do a su mari­do y sus dos hijos peque­ños a la deri­va. Ese aspec­to del rela­to no resul­ta muy con­vin­cen­te al pre­sen­tar a Mar­ti­na como una mujer irres­pon­sa­ble que se une tem­po­ral­men­te a una sec­ta new age en don­de se encuen­tra un ex aman­te suyo.

Dejan­do de lado la obser­va­ción pre­ce­den­te, el film se dis­tin­gue por resal­tar el libre espí­ri­tu que ani­ma a Blon­di y Mir­ko y la úni­ca nota dra­má­ti­ca se pro­du­ce cuan­do una soli­ci­tud de beca del joven para rea­li­zar sus estu­dios uni­ver­si­ta­rios en Bar­ce­lo­na le es acep­ta­da, habien­do ocul­ta­do a su madre tal situa­ción. Pero el gran cari­ño exis­ten­te supera los incon­ve­nien­tes dado que Blon­di res­pe­ta sobre todo la indi­vi­dua­li­dad y pro­se­cu­ción de la carre­ra de su primogénito.

Gran par­te del logro de Blon­di radi­ca en la remar­ca­ble quí­mi­ca entre sus dos pro­ta­go­nis­tas, don­de Fon­zi reafir­ma sus dotes de actriz y Rovi­to se dis­tin­gue por el caris­ma, sim­pa­tía y expre­si­vi­dad impre­so a su per­so­na­je; el res­to del elen­co se mues­tra igual­men­te sol­ven­te. En los aspec­tos téc­ni­cos se des­ta­ca la ban­da sono­ra del film inclu­yen­do extrac­tos de 14 agra­da­bles temas musi­ca­les, entre otros All Tomorrow’s par­ties y The­re She Goes again de Lou Reed.

Sin gran­di­lo­cuen­cia algu­na, la novel direc­to­ra ofre­ce una lige­ra come­dia mati­za­da de buen humor y no exen­ta de genui­na emo­ti­vi­dad evi­den­cia­da espe­cial­men­te en su des­en­la­ce. Su sobria rea­li­za­ción cons­ti­tu­ye para Fon­zi una bue­na car­ta de pre­sen­ta­ción para pro­yec­tos futu­ros detrás de la cáma­ra. Jor­ge Gutman