FNC 2023 (Segun­da Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí el comen­ta­rio de tres fil­mes vis­tos en el Fes­ti­val du Nou­veau cine­ma (FNC) que pro­si­gue has­ta el 15 de octubre.

Totem (Méxi­co-Dina­mar­ca-Fran­cia)

En oca­sión del Fes­ti­val de Toron­to de 2018 se tuvo la opor­tu­ni­dad de des­cu­brir a Lila Avi­lés quien en su pri­mer lar­go­me­tra­je La Cama­ris­ta, demos­tró poseer un sin­gu­lar talen­to. En esta oca­sión vuel­ve a con­fir­mar­lo en este bello film que con suma deli­ca­de­za retra­ta a una niña obser­van­do el medio que la rodea en oca­sión de cele­brar­se un espe­cial evento.

TOTEM

La direc­to­ra ambien­ta la his­to­ria duran­te el perío­do de una jor­na­da en una zona rural de Méxi­co en don­de la niña Sol (Nai­ma Sen­ties) lle­ga con su madre Lucía (Lazua Larios) al case­rón de su joven padre Tona (Mateo Gar­cía Eli­zon­do) quien ese día cum­ple 27 años. El pro­pó­si­to del via­je es ofre­cer­le una fies­ta sor­pre­sa, a pesar de que se encuen­tra gra­ve­men­te enfer­mo de cán­cer y solí­ci­ta­men­te aten­di­do por Cruz (Tere­si­ta Sán­chez), una afa­ble mujer. Sol desea de inme­dia­to abra­zar a su pro­ge­ni­tor pero por el momen­to se le impi­de que entre a su cuar­to debien­do aguar­dar para ver­lo cuan­do Tona sal­ga del mis­mo para su festejo.

Es así que la peque­ña pres­ta cui­da­do­sa aten­ción a los pre­pa­ra­ti­vos en don­de la orga­ni­za­do­ra de la fies­ta es la tía Ale­jan­dra (Mari­sol Gasé) y la tía Nuri (Mon­tse­rrat Mara­ñon) quien se ocu­pa de la coci­na y estan­do tam­bién su hija Esther (Sao­ri Gur­za) quien es menor que Sol. Entre otros per­so­na­jes se encuen­tra el patriar­cal abue­lo (Alber­to Ama­dor) con pro­ble­mas voca­les, la bre­ve pre­sen­cia de una curio­sa hechi­ce­ra que vie­ne a des­pe­jar la vivien­da de los malos espí­ri­tus y res­tan­tes fami­lia­res y ami­gos par­tí­ci­pes de la celebración.

Sol no pier­de de vis­ta todo lo que acon­te­ce a su alre­de­dor evi­den­cian­do en su tris­te mira­da que lo que se está cele­bran­do es a la vez una des­pe­di­da de su muy que­ri­do padre.

Con sen­ci­llez y evi­tan­do caer en un arti­fi­cial sen­ti­men­ta­lis­mo Avi­lés logra un melo­dra­má­ti­co rela­to coral don­de ade­más de la logra­da inter­re­la­ción que se pro­du­ce entre los varios per­so­na­jes del film, a su vez impri­me una remar­ca­ble mira­da al mun­do de la infan­cia. En el mar­co de un muy buen elen­co resal­ta la exce­len­te actua­ción de Sen­ties, quien en su debut para el cine con­vin­cen­te­men­te trans­mi­te el sen­ti­mien­to de dolor de la niña que intu­ye la inmi­nen­te pér­di­da de Tona. En esen­cia, sin sal­ve­dad algu­na esta mag­ní­fi­ca pelí­cu­la ame­ri­ta su visión.

Do Not Expect Too Much From the End of the World (Ruma­nia-Luxem­bur­go-Fran­cia-Croa­cia)

Entre los más des­ta­ca­dos rea­li­za­do­res del cine rumano se encuen­tra Radu Jude quien en éste su octa­vo tra­ba­jo reafir­ma su con­di­ción de cineas­ta audaz, des­pre­jui­cia­do, nada con­ven­cio­nal y menos aún com­pla­cien­te para rela­tar aspec­tos inhe­ren­tes a su país aun­que tam­bién pue­den ser atri­bui­dos a otras regio­nes del agi­ta­do y revuel­to mun­do actual.

DO NOT EXPECT TOO MUCH FROM THE END OF THE WORLD

En un guión que le per­te­ne­ce, Jude pre­sen­ta a Ange­la Radu­ca­nu (Ilin­ca Mano­la­che), una acti­va y diná­mi­ca mujer que tra­ba­ja como asis­ten­te de pro­duc­ción para una com­pa­ñía y que dia­ria­men­te le aguar­da una jor­na­da ago­ta­do­ra debi­do a las exi­gen­cias deman­da­das por sus supe­rio­res a quie­nes poco les impor­ta el exce­so de horas que ella des­ti­na al mis­mo. En la actua­li­dad debe cum­plir con los reque­ri­mien­tos de una com­pa­ñía aus­tría­ca que enco­men­dó a su empre­sa la pro­duc­ción de un video comer­cial sobre acci­den­tes labo­ra­les. Para ello, esta mujer mane­jan­do un auto reco­rre las rutas de Buca­rest para loca­li­zar a per­so­nas que han sufri­do tales peri­pe­cias. Simul­tá­nea­men­te, Jude uti­li­za extrac­tos del film rumano de 1981 Ange­la mere mai depar­te diri­gi­do por Lucian Bra­tu en el que su pro­ta­go­nis­ta (Dori­na Lazar) es una taxis­ta que con­vi­ve en un medio patriar­cal duran­te la épo­ca del dic­ta­dor Ceaușes­cu; esa expo­si­ción adquie­re rele­van­cia para ana­li­zar en qué se dife­ren­cia o se igua­la la épo­ca ya ida con el mar­co social con­tem­po­rá­neo en don­de Ange­la no está exen­ta del machis­mo vigente.

Duran­te el día en que se desa­rro­lla el rela­to ella reco­ge en el aero­puer­to a Doris Goethe (Nina Hoss) quien es la repre­sen­tan­te de la empre­sa aus­tría­ca en don­de en el tras­la­do hacia el hotel la con­duc­to­ra le comen­ta cómo las cor­po­ra­cio­nes extran­je­ras abu­san de las com­pa­ñías loca­les, a lo que Doris repli­ca seña­lan­do que el pro­ble­ma radi­ca más bien por par­te de quie­nes se dejan explotar.

Pro­si­guien­do con su misión de ubi­car a sobre­vi­vien­tes de acci­den­tes en luga­res de tra­ba­jo, des­pués de encon­trar a posi­bles pos­tu­lan­tes Ange­la final­men­te ubi­ca al can­di­da­to ideal en la per­so­na de Ovi­diu Buca (Ovi­diu Pir­san). En un remar­ca­ble plano secuen­cia de apro­xi­ma­da­men­te 30 minu­tos se asis­te a la fil­ma­ción del cor­to “For­bid­den Pla­net” en el que Ovi­diu a cam­bio de los 500 euros que habrá de reci­bir se apres­ta a ser fil­ma­do rodea­do por sus fami­lia­res. Es allí que él deta­lla lo ocu­rri­do el 24 de noviem­bre de 2020 cuan­do des­pués de una inten­sa jor­na­da de tra­ba­jo de 17 horas al fina­li­zar la mis­ma y cuan­do se dis­po­ne a reti­rar su coche del apar­ca­mien­to del esta­ble­ci­mien­to es atro­pe­lla­do por otro vehícu­lo; como con­se­cuen­cia de ese cho­que él per­ma­ne­ce en esta­do de coma duran­te 13 meses y al des­per­tar des­cu­bre que está para­li­za­do de la cin­tu­ra has­ta las extre­mi­da­des infe­rio­res por lo que de por vida debe des­pla­zar­se en silla de rue­das. Sin embar­go el direc­tor del equi­po de fil­ma­ción le hace repe­tir las tomas varias veces seña­lán­do­le que no men­cio­ne las horas extras de labor rea­li­za­das con el pro­pó­si­to de que su tes­ti­mo­nio resul­te acep­ta­ble para la com­pa­ñía austríaca.

A todas luces esta come­dia en par­te satí­ri­ca refle­ja las irre­gu­la­ri­da­des de cor­po­ra­cio­nes que en pro­cu­ra del lucro y des­po­ja­das de con­te­ni­do humano explo­tan a sus emplea­dos afec­tan­do su salud por el exce­so de horas tra­ba­ja­das sin adi­cio­nal remu­ne­ra­ción; cla­ra­men­te que­da expues­ta una crí­ti­ca cla­ra y pre­ci­sa a los males que engen­dra el sis­te­ma capitalista.

Dicho lo que ante­ce­de, esta radi­cal, inte­lec­tual y ori­gi­nal come­dia dra­má­ti­ca imbui­da de nota­ble fran­que­za fas­ci­na­rá al ciné­fi­lo ávi­do de apre­ciar el alto nivel de cali­dad que acos­tum­bra ofre­cer el gran direc­tor rumano.

In Our Day (Corea del Sur)

Del pro­lí­fi­co rea­li­za­dor sur­co­reano Hong Sang-soo lle­ga este film que cier­ta­men­te divi­di­rá a la audien­cia tenien­do en cuen­ta que no exis­te un argu­men­to pre­ci­so ni tam­po­co cone­xión algu­na entre las dos his­to­rias narra­das que trans­cu­rren en Seúl.

IN OUR DAY

En una de las his­to­rias se obser­va a Sang­won (Kim Min-hee) una actriz que recién retor­nó a Seúl des­pués de haber tra­ba­ja­do fue­ra del país y que atra­vie­sa una cri­sis en su carre­ra al no tener mayor inte­rés en su pro­fe­sión. Alo­ján­do­se en lo de su ami­ga Jung-soo (Song Sun-mi) que vive con su gato, ambas muje­res reci­ben la visi­ta de Jisoo (Park Misoo), una joven parien­te de Sang­won, quien como aspi­ran­te actriz quie­re que le acon­se­jen sobre cier­tos aspec­tos de esta profesión.

En las tres esce­nas que con­for­man esta par­te del rela­to, lo más dis­tin­ti­vo es la des­apa­ri­ción del gato y los esfuer­zos para ubi­car­lo y traer­lo al hogar, así como la pro­po­si­ción de Jisoo de comer ram­yeon, una típi­ca comi­da sur­co­rea­na de fideos riza­dos sazo­na­dos con sal­sa picante.

Simul­tá­nea­men­te el direc­tor inter­ca­la tres esce­nas que con­for­man la otra his­to­ria; la mis­ma trans­cu­rre en el hogar del anciano poe­ta Hong Uiji (Ki Joo-bong) en don­de se halla Kijoo (Park Miso), una joven estu­dian­te de cine que lo está fil­man­do para su pro­yec­to de gra­dua­ción; Al poco tiem­po lle­ga el joven Jae­won (Ha Seong-guk) quien es un admi­ra­dor del poe­ta y el pro­pó­si­to de su visi­ta es for­mu­lar­le algu­nas pre­gun­tas filo­só­fi­cas sobre el sig­ni­fi­ca­do de la vida, como así tam­bién acer­ca de la impor­tan­cia de la poe­sía en la era actual. Por estar afec­ta­do de una enfer­me­dad car­día­ca Hong Uiji debe abs­te­ner­se de fumar y evi­tar la bebi­da alcohó­li­ca; sin embar­go no pue­de resis­tir la ten­ta­ción de beber de la bote­lla de soju (licor coreano) que le obse­quia el visitante.

En la ausen­cia de un sig­ni­fi­ca­do pre­ci­so de estas dos inde­pen­dien­tes his­to­rias narra­das, el film se deja ver pero con­fi­gu­ra una obra infe­rior de la fil­mo­gra­fía de Sang-soo. A su favor, se des­ta­ca la natu­ral actua­ción de sus seis intér­pre­tes y la ajus­ta­da pues­ta escé­ni­ca del rea­li­za­dor, con­si­de­ran­do las limi­ta­cio­nes de espa­cio en que trans­cu­rren los dos esce­na­rios de su trama.