Crónica de Jorge Gutman
He aquí otros tres comentarios de películas vistas en el Festival du Nouveau Cinéma (FNC)
Perdidos en la Noche (México-Países Bajos-Alemania)
Enmarcado en el clima violento donde las desapariciones en México no resultan episodios aislados, Amat Escalante en principio considera ese tema para posteriormente convertirlo en un thriller sin mayor vuelo.
La historia del realizador basada en su guión compartido con su hermano Martin Escalante y Paulina Mendoza transcurre en un pequeño pueblo rural de Guanajuato donde en su prólogo se observa a un reducido número de activistas protestando con motivo del proyecto de una explotación minera canadiense que allí tendrá lugar. En horas nocturnas Paloma (Vicky Araico), una de las mujeres que habían participado en la asamblea, es asaltada brutalmente por ciertos individuos no identificados.
Tras una elipsis, tres años después el joven Emiliano (Juan Daniel Garcia Trevino) que es el hijo de la mujer que había sido atacada, al no tener noticias de su madre desaparecida y sin recibir apoyo por parte de las autoridades locales resuelve encarar el asunto por su cuenta con la colaboración de su novia Jazmín (María Fernanda Oslo). A través de un dato provisto por un moribundo policía, Emiliano logra emplearse en el hogar de una influyente y adinerada familia que estuvo involucrada con las desapariciones; la misma está integrada por Rigo (Fernando Bonilla), un artista conceptual, su pareja Carmen (Bárbara Mori), una cantante pop, y su hija Mónica (Ester Expósito), con quien Emiliano establece una especial relación.
No conviene adelantar cómo cada uno de estos personajes permitirá desentrañar el misterio en torno de la suerte corrida por Paloma; pero lo cierto es que el relato se nutre de una serie de situaciones que sin estar claramente cohesionadas son abordadas superficialmente.
En su intento de denunciar las falencias de un sistema judicial insuficientemente capacitado para resolver los innumerables casos de personas injustamente borradas del mapa, Escalante ofrece un drama criminal tibiamente aceptable que carece del vigor necesario capaz de conmover.
Between Revolutions (Rumania-Croacia-Qatar-Irán)
Comprometido en temas de naturaleza política y social, el realizador rumano Vlad Petri, bien recordado por Where are you, Bucharest? (2014), presenta algo similar en este híbrido documental reflejando qué es lo que ha acontecido cuando dos revoluciones populares cambiaron el rumbo político de Rumania e Irán.
El argumento está centrado en la relación personal y posteriormente epistolar existente entre la rumana María y la iraní Zahra quienes en la década del 70 ambas efectuaron sus estudios en la Escuela de Medicina de la Universidad de Bucarest.
En ese entonces, Rumania estaba gobernada por el represivo régimen de Nicolae Ceaușescu y cuando en 1978 se produce la revolución iraní con la fuga del sha Mohammad Reza Pahlevi, Zahra retorna a Irán albergando la esperanza de vivir en un país diferente bajo un clima más liberal. Es así que Maria envidia la situación que acontece en Irán hasta que en 1989 se produce la caída de Ceausescu y en este caso ella se solaza pensando que vendrán mejores tiempos.
A través de los años Zahra y María siguen comunicadas mediante el intercambio de cartas en las que queda reflejada la desesperanza de ambas; en un caso por la revolución islámica que trajo consigo un estado teocrático amordazando la libertad de expresión y por el lado rumano la caída de su dictador es reemplazada por gobiernos incompetentes implantando un capitalismo de máxima dureza.
Tanto María como Zahra son personajes ficticios y el contenido de las cartas está escrito por Lavinia Branişte que es la autora del guión compartido con Petri. Lo más importante es que la correspondencia epistolar sirve de excusa para reflejar lo acontecido entre las dos revoluciones de Irán y Rumania y que están expuestas en el valioso material de archivo de los dos países durante los años 70 y 80 obtenidos por el realizador. Si bien ambas revoluciones han sido diferentes, tienen en común el de haber decepcionado las expectativas de la población de lograr un cambio positivo.
Muy bien realizado por Petri y agraciado por su buena edición efectuada con la colaboración de Dragos Apetri y Catalin Cristutiu se asiste a un satisfactorio documento explorando los turbulentos momentos del no muy lejano pasado histórico de Rumania e Irán a través de la visión de dos íntimas amigas.
Retratos Fantasmas (Brasil)
Retratando a su querida ciudad natal de Recife y evidenciando su pasión por el cine en este documental Kleber Mendonça Filho transporta al espectador en un emotivo viaje hacia el pasado impregnado de melancolía.
El realizador estructura su relato en tres partes. En la primera se asiste a la casa en donde transcurrió su infancia, que adquirida por su madre historiadora cuando se divorció de su padre fue objeto de varias reformas después de su muerte en 1994; en ese hogar convertido en parte en un set de filmación es donde él rodó más de una decena de cortometrajes y parte de su excelente primer largometraje O Som ao Redor (2012). Asimismo el cineasta nos hace conocer el vecindario y algunas vistas de Recife incluyendo un puente muy concurrido que según parece desprende una variedad de olores.
Si bien resulta grato echar un vistazo a lo que hoy día es la moderna ciudad que arquitectónicamente está nutrida de grandes rascacielos, lo más destacable del documental es lo que se ilustra en su segunda y tercera parte que constituye un homenaje a las salas de cine ya desaparecidas. Las mismas estaban ubicadas en el centro de la ciudad que en la actualidad está en decadencia y sin el fulgor y dinamismo de antaño. Allí se encontraban los viejos cines donde desde los 13 hasta los 25 años Mendonça Filho solía asistir varias veces por semana. Entre algunas de esas salas se hallaba el cine Sāo Luiz que durante sus 70 años de existencia fue visitado por 50 millones de espectadores.
Otro magnífico cine ha sido el Art Palácio en donde en un encuentro con el proyeccionista Alexandre (fallecido en 2003), él rememora cómo desde su calurosa sala de proyección sin aire acondicionado se pasaban algunos de los grandes éxitos como lo ha sido El Padrino que se mantuvo 4 meses en cartel; también el proyeccionista recuerda que en ciertas ocasiones tuvo que lidiar con la censura del gobierno militar vigente en ese entonces; resulta conmovedor cuando menciona las lágrimas salidas de su rostro al cerrarse definitivamente sus puertas; sin duda esas escenas traen a la memoria el hermoso film Cinema Paradiso de Guiseppe Tornatore. Otro momento que destaca el cineasta ha sido la inauguración en 1970 del lujoso cine Veneza con la proyección de Airport en donde asistieron varias personalidades del cine y el gobernador de Pernambuco.
Plena nostalgia produce observar las marquesinas de los cines anunciando Barbarella, Jaws y Hair, entre otros títulos. Esas míticas salas que conformaban una especie de convivencia humana, son en algunos casos ruinas generadas por la mudanza urbana que se produjo con el paso del tiempo. En su segmento final el documental muestra cómo los edificios de algunos cines han sido transformados en iglesias evangélicas.
Para lograr este retrato de los fantasmas de un bello pasado, el realizador se ha valido de su archivo personal, fotografías y clips de numerosos filmes incluyendo algunos de su filmografía y muy bien editados por Matheus Farias. En suma, a todas luces este es un remarcable documental que sin reserva alguna amerita su visión.