Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Medu­sa (Bra­sil)

La direc­to­ra bra­si­le­ña Ani­ta Rocha da Sil­vei­ra abor­da un rela­to en el que su tema cen­tral radi­ca en el cues­tio­na­mien­to de la fe de una joven cristiana.

Medu­sa

Con un guión que le per­te­ne­ce, la cineas­ta pre­sen­ta a Maria­na (Mari Oli­vei­ra) una joven de Rio de Janei­ro que inte­gra un gru­po de coris­tas en la igle­sia a car­go de un Pas­tor evan­ge­lis­ta (Thia­go Fra­go­so). Asi­mis­mo, estas mucha­chas enmas­ca­ra­da­men­te se dedi­can por las noches a efec­tuar una cace­ría con­sis­ten­te en cas­ti­gar a todas aque­llas muje­res que son con­si­de­ra­das peca­do­ras al apar­tar­se del sen­de­ro correc­to pre­di­ca­do por el cris­tia­nis­mo. El momen­to cru­cial se pro­du­ce cuan­do en una sali­da noc­tur­na Maria­na se dis­po­ne a gol­pear a otra supues­ta peca­do­ra pero,ella sale mal para­da al reci­bir un pro­fun­do cor­te en su cara deján­do­le una cica­triz que la ocul­ta con su mele­na. Es enton­ces cuan­do Maria­na comien­za a cobrar con­cien­cia de que ese mode­lo de mujer cris­tia­na que no pue­de tomar deci­sio­nes por sí mis­ma y tie­ne que aca­tar cie­ga­men­te el fari­seís­mo de la igle­sia a la que con­cu­rre no la con­du­ci­rán por buen camino. Para encon­trar un nue­vo sen­ti­do a su vida, lo que aho­ra le preo­cu­pa es ubi­car a una ex actriz que años atrás des­apa­re­ció con su ros­tro des­fi­gu­ra­do por haber sido expues­ta al fue­go; asi­mis­mo es emplea­da como enfer­me­ra en un hos­pi­tal don­de los pacien­tes se encuen­tran en esta­do comatoso.

La pelí­cu­la es cier­ta­men­te ambi­cio­sa en su crí­ti­ca al fun­da­men­ta­lis­mo reli­gio­so dis­pues­to a emplear la vio­len­cia hacia quie­nes no con­di­cen con su rígi­do cri­te­rio como así tam­bién al sis­te­ma patriar­cal vigen­te. Asi­mis­mo resal­ta el empo­de­ra­mien­to feme­nino rebe­lán­do­se al lava­do de cere­bro incul­ca­do por el hipó­cri­ta reli­gio­so.. Lo que ami­no­ra el impac­to de este dis­tó­pi­co film es que la direc­to­ra adop­ta un tono que alter­na entre come­dia, sáti­ra y horror sin encon­trar un foco pre­ci­so en su inten­to de abar­car varios sub­te­mas que dis­traen la aten­ción. De todos modos, el film sin estar ple­na­men­te logra­do intere­sa como metá­fo­ra del sis­te­ma polí­ti­co impe­ran­te en Brasil.

La Caja (Méxi­co-Esta­dos Unidos)

Des­pués de haber obte­ni­do en 2015 el León de Oro en el Fes­ti­val de Vene­cia con Des­de Allá, el direc­tor vene­zo­lano Loren­zo Vigas retor­na con este pujan­te film que trans­cu­rre en Chihuahua, al nor­te de México.

El dra­ma expues­to admi­te varias lec­tu­ras don­de en la pri­me­ra de ellas se refle­ja el tema de la pater­ni­dad para pos­te­rior­men­te ofre­cer un cua­dro rea­lis­ta expo­nien­do la des­hu­ma­ni­za­ción exis­ten­te a tra­vés de diver­sas formas.

La Caja

El guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Pau­la Mar­ko­vitch pre­sen­ta en su pri­me­ra ima­gen a un gru­po de per­so­nas aguar­dan­do que las auto­ri­da­des per­ti­nen­tes les entre­guen los res­tos exhu­ma­dos de sus seres que­ri­dos des­apa­re­ci­dos y encon­tra­dos en una fosa común. Entre ellos se halla el ado­les­cen­te Hatzin (Hatzin Nava­rre­te) quien vivien­do en la capi­tal de Méxi­co con su abue­la, lle­gó a Chihuahua para reco­ger la caja metá­li­ca con­te­nien­do los hue­sos de su difun­to padre; asi­mis­mo le es entre­ga­do una tar­je­ta de iden­ti­dad que se encon­tró en su cuer­po per­te­ne­cien­te a un tal Este­ban Ley­va. Cuan­do por casua­li­dad él divi­sa en la calle a un indi­vi­duo al que cree que es Ley­va, su padre, al enfren­tar­lo el hom­bre le res­pon­de que él es Mario (Her­nán Mendoza).

De mane­ra ambi­gua el rea­li­za­dor deja la duda si real­men­te Mario es o no el padre de Hatzin; lo cier­to es que este indi­vi­duo lo toma como emplea­do en su fábri­ca de tex­ti­les. Allí pue­de obser­var­se cómo reclu­tan­do mano de obra bara­ta, fun­da­men­tal­men­te feme­ni­na, la mis­ma es explo­ta­da mise­ra­ble­men­te en sus talle­res; cual­quie­ra que se que­je corre el ries­go de per­der su empleo como asi­mis­mo la posi­bi­li­dad de engro­sar la lis­ta de des­apa­re­ci­dos. El femi­ni­ci­dio que se pro­du­ce es una ilus­tra­ción de la dra­má­ti­ca reali­dad impe­ran­te que el rea­li­za­dor esbo­za con apre­cia­ble sutilidad.

Con una narra­ti­va admi­ra­ble el cineas­ta resal­ta la cone­xión que se pro­du­ce entre Hatzin y Mario en don­de el joven encuen­tra en su emplea­dor al padre real o sus­ti­tu­to ‑según cómo se lo con­si­de­re- y de qué modo la edu­ca­ción que de él reci­be moti­va a que el ado­les­cen­te mani­fies­te una ambi­va­len­te mora­li­dad, comen­zan­do a tran­si­tar por un sen­de­ro peligroso.

A la meri­to­ria rea­li­za­ción de Vigas debe aña­dir­se la satis­fac­to­ria actua­ción de Men­do­za y sobre todo la de Nava­rre­te que en su debut cine­ma­to­grá­fi­co es todo una reve­la­ción trans­mi­tien­do con su expre­si­vo ros­tro y cal­ma­da ento­na­ción vocal la nece­sa­ria inten­si­dad de un joven que se man­tie­ne aler­ta­do fren­te a la degra­da­ción huma­na de la cual es tes­ti­go y que asi­mis­mo está involucrado.

Matar a la Bes­tia (Argen­ti­na-Bra­sil-Chi­le)

Des­pués de haber incur­sio­na­do en el cor­to­me­tra­je en el que Mons­truo Dios obtu­vo una men­ción espe­cial en Can­nes 2019, la direc­to­ra Agus­ti­na San Mar­tin debu­ta con este lar­go­me­tra­je cuyo guión tam­bién le pertenece.

Matar a la Bestia

Tras la recien­te muer­te de su madre, Emi­lia (Tama­ra Roc­ca) de 17 años par­te de Bue­nos Aires para lle­gar a un pue­blo ubi­ca­do en Misio­nes pró­xi­mo con la fron­te­ra bra­si­le­ña; su pro­pó­si­to es encon­trar a su her­mano Mateo que des­apa­re­ció sin dejar hue­lla algu­na. En esa zona bos­co­sa de cli­ma tro­pi­cal, más ase­me­ja­da a la de una jun­gla, ella se alo­ja en el hos­tal de su tía Inés (Ana Brun), que se dedi­ca a ofre­cer alo­ja­mien­to a los turis­tas y via­je­ros de paso. Allí Emi­lia se impo­ne de la exis­ten­cia de mitos y leyen­das ocul­tas por los que los veci­nos luga­re­ños creen que una peli­gro­sa bes­tia ron­dan­do la zona encar­na al espí­ri­tu de un hom­bre sinies­tro capaz de adop­tar la for­ma de dife­ren­tes ani­ma­les ata­can­do a las mujeres.

Las ansie­da­des y temo­res de la joven se aca­llan con la lle­ga­da de Julieth (Julieth Micol­ta) al hos­tal quien atrai­da por su volup­tuo­sa belle­za al poco tiem­po Emi­lia ini­cia una rela­ción lesbiana.

A mane­ra de fábu­la, la direc­to­ra tra­ta de abor­dar el des­per­tar sexual de Emi­lia recu­rrien­do a una atmós­fe­ra suge­ren­te de sen­sual ero­tis­mo pero su inten­ción no lle­ga a fruc­ti­fi­car debi­do a su ende­ble narra­ción; así el para­de­ro de Mateo como igual­men­te el de la supues­ta bes­tia ase­si­na que­dan rele­ga­dos al olvido.

Lo res­ca­ta­ble del film resi­de en el aspec­to visual gra­cias a la bue­na foto­gra­fía de Cons­tan­za San­do­val y a los efec­tos sono­ros de Mer­ce­des Gavi­ria Jara­mi­llo. Pero en últi­ma ins­tan­cia, sin ten­sión ni emo­ción algu­na, esta pelí­cu­la dis­ta de satisfacer.

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (2)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

The Gra­ve­dig­ge­r’s Wife (Fin­lan­dia-Ale­ma­nia-Fran­cia)

Des­pués de haber rea­li­za­do varios cor­tos éste es el pri­mer lar­go­me­tra­je del direc­tor y guio­nis­ta Kha­dar Ayde­rus Ahmed en el que con sóli­da madu­rez ofre­ce un emo­ti­vo rela­to que trans­cu­rre al este de África.

The Gra­ve­dig­ge­r’s Wife

La tra­ma intro­du­ce a Guled (Omar Abdi) de 45 años de edad que vive en uno de los sec­to­res más des­fa­vo­re­ci­dos de la ciu­dad de Dji­bou­ti en com­pa­ñía de su ado­ra­da y ani­ma­da espo­sa Nas­ra (Yas­min War­sa­me) y su ado­les­cen­te hijo Mahad (Kadar Abdoul-Aziz Ibrahim), que aun­que un tan­to rebel­de ama a sus padres. Sin saber leer ni escri­bir se desem­pe­ña como uno de los sepul­tu­re­ros de la zona y, aun­que resul­te maca­bro, dia­ria­men­te aguar­da en la puer­ta del hos­pi­tal local la muer­te de algu­nos de los pacien­tes allí inter­na­dos para poder cavar sus fosas, ente­rrar­los y pos­te­rior­men­te obte­ner la humil­de remu­ne­ra­ción por el tra­ba­jo efectuado.

En una de las con­ta­das notas de humor del rela­to se pue­de obser­var la for­ma en que la avis­pa­da Nas­ra de mane­ra inge­nio­sa con­si­gue ingre­sar con su mari­do a una fies­ta de casa­mien­to sin haber sido invitados.

A pesar de la pre­ca­rie­dad en que vive esta fami­lia, la feli­ci­dad rei­na en el hogar has­ta el momen­to en que Nas­ra comien­za a expe­ri­men­tar dolen­cias pro­ve­nien­tes de un riñón seria­men­te infec­ta­do; si bien al prin­ci­pio ella es tra­ta­da con medi­ca­men­tos de alto cos­to que Guled debe afron­tar, su esta­do empeo­ra y la úni­ca sali­da es que sea ope­ra­da urgen­te­men­te para no poner en ries­go su vida. El gran pro­ble­ma es cómo obte­ner los cin­co mil dóla­res reque­ri­dos para la ciru­gía cuan­do no exis­te ayu­da algu­na por par­te de los fami­lia­res de la pare­ja y el tiem­po apremia.

Sin recu­rrir a gol­pes bajos el rea­li­za­dor logra emo­cio­nar narran­do de mane­ra sen­ci­lla pero efec­ti­va la poé­ti­ca his­to­ria de amor de este matri­mo­nio a la vez que resal­ta el valor de la fami­lia en este rela­to de super­vi­ven­cia. A la exce­len­te inter­pre­ta­ción de acto­res no pro­fe­sio­na­les que ofre­cen com­ple­ta auten­ti­ci­dad a sus per­so­na­jes se aña­de la subli­me foto­gra­fía del cama­ró­gra­fo Art­tu Pel­to­maa quien sin pin­to­res­quis­mo alguno cap­ta y con­tras­ta la par­te moder­na de la ciu­dad con los sec­to­res más humil­des refle­jan­do la vida coti­dia­na de su gente.

Oscar Peter­son: Black + Whi­te  (Cana­dá) 

Este nota­ble docu­men­tal diri­gi­do por Barry Avrich cons­ti­tu­ye un mere­ci­do tri­bu­to a Oscar Peter­son, el gigan­te del jazz falle­ci­do en 2007 cuya actua­ción pro­fe­sio­nal es com­pa­ra­da con la de otras renom­bra­das leyen­das tales como Nat King Cole, Ella Fitz­ge­rald, Duke Elling­ton y John Col­tra­ne. Peter­son se ha dis­tin­gui­do por la inten­si­dad vol­ca­da en sus inter­pre­ta­cio­nes, su apre­cia­do esti­lo musi­cal con sus mági­cos dedos reco­rrien­do el tecla­do del piano y por su caris­má­ti­ca personalidad.

Oscar Peter­son: Black + White

El docu­men­tal pasa revis­ta a sus sie­te déca­das de carre­ra pro­fe­sio­nal, des­de sus pri­me­ros días como un niño pro­di­gio que dejó de tocar la trom­pe­ta por razo­nes de salud para vol­car­se al piano, has­ta sus gran­des triun­fos mani­fes­ta­dos a tra­vés de sus éxi­tos dis­co­grá­fi­cos y jubi­lo­sas actua­cio­nes alre­de­dor del mun­do como solis­ta, con su trío y con las par­ti­ci­pa­cio­nes de gran­des artis­tas del jazz.

El film tam­bién abor­da el detes­ta­ble racis­mo y segre­ga­ción racial que expe­ri­men­tó como afro-cana­dien­se mien­tras esta­ba reco­rrien­do Esta­dos Uni­dos; su devo­ción por la jus­ti­cia social lo ins­pi­ró a com­po­ner Hymn to Free­dom; esta crea­ción con­ce­bi­da por su autor como un acto de resis­ten­cia y un home­na­je a la vene­ra­da figu­ra de Mar­tin Luther King ha sido eje­cu­ta­da en la cere­mo­nia de inau­gu­ra­ción de la pre­si­den­cia de Oba­ma en enero de 2009.

Barry Avrich pre­sen­ta un vas­to archi­vo con entre­vis­tas a Peter­son, varios músi­cos que han teni­do la opor­tu­ni­dad de cola­bo­rar con él, el crí­ti­co neo­yor­kino de jazz Gio­van­ni Rus­so­ne­llo, la aca­dé­mi­ca y vete­ra­na perio­dis­ta Kit­ti Oli­vier, la his­to­ria­do­ra Rose­mary Sad­lier y su que­ri­da y abne­ga­da espo­sa Kelly Peter­son. Asi­mis­mo la pelí­cu­la apor­ta una serie de actua­cio­nes en vivo con una varie­dad de artis­tas inter­pre­tan­do su músi­ca: entre otras des­ta­ca­das figu­ras se encuen­tran Billy Joel, Jon Batis­te, Quincy Jones, Ram­sey Lewis, Dave Young, Her­bie Han­cock, Bran­ford Mar­sa­lis, Jac­kie Richard­son, Measha Brueg­ger­gos­man, Joe Sealy y Robi Botos que ha sido un pro­te­gi­do de Peterson.

El film per­mi­te dis­fru­tar la músi­ca de Peter­son don­de ade­más de Hymn to Free­dom se encuen­tran entre otras com­po­si­cio­nes Pla­ce St. Hen­ri ‑crea­da por el artis­ta en home­na­je a su que­ri­da ciu­dad natal de Mon­treal- Halle­lu­jah Time, A Lovely Way to Spend an Eve­ning, Blues for Big Sco­tia y Sweet Lady.

Con un exce­len­te mon­ta­je de Nico­las Klei­man, el rea­li­za­dor brin­da un docu­men­tal en el que no se requie­re ser un aman­te del jazz para poder gozarlo.

The Other Tom (Méxi­co-Esta­dos Uni­dos) 

El gran esfuer­zo de una madre lidian­do con la enfer­me­dad de su hijo y sus deri­va­cio­nes es lo que abor­dan los direc­to­res y guio­nis­tas uru­gua­yos Rodri­go Plá y Lau­ra San­tu­llo en este film. El cui­da­do­so tra­ta­mien­to del tema con­si­de­ra­do gene­ra con­si­de­ra­ble inte­rés per­mi­tien­do que no resul­te difí­cil invo­lu­crar­se en su problemática.

The Other Tom

Ele­na es una madre mono­pa­ren­tal vivien­do con su hijo Tom de nue­ve años en Esta­dos Uni­dos y poron la baja remu­ne­ra­ción obte­ni­da en su tra­ba­jo ella logra ayu­da de los ser­vi­cios socia­les. Su gran pro­ble­ma es que el chi­co pade­ce lo que se cono­ce con el nom­bre de “tras­torno por défi­cit de aten­ción e hiper­ac­ti­vi­dad” (TDAH) que es un sín­dro­me neu­ro­ló­gi­co carac­te­ri­za­do pre­ci­sa­men­te por hiper­ac­ti­vi­dad, impul­si­vi­dad y esca­sa capa­ci­dad de aten­ción. Esa afec­ción moti­va a que la rela­ción entre ambos resul­te difi­cul­to­sa y que ade­más el chi­co sea estig­ma­ti­za­do en la escue­la debi­do a su par­ti­cu­lar condición.

Cuan­do Ele­na per­ci­be que los medi­ca­men­tos pres­crip­tos al niño en su tra­ta­mien­to psi­quiá­tri­co le pro­du­cen serios efec­tos secun­da­rios, ella deci­de sus­pen­der­los; como con­se­cuen­cia de su acti­tud los ser­vi­cios socia­les le advier­ten que podrán reti­rar­le la cus­to­dia de Tom para ubi­car­lo en un hogar sustituto.

Plá y San­tu­llo han logra­do un film que lúci­da­men­te resal­ta algu­nos dis­cu­ti­bles diag­nós­ti­cos médi­cos y la pres­crip­ción de reme­dios sin tener en cuen­ta cómo pue­den obrar en los pacien­tes; al pro­pio tiem­po el rela­to refle­ja la mane­ra en que pue­den miti­gar­se los obs­tácu­los pro­du­ci­dos por el TDAH.

Este humano film se valo­ri­za por la muy con­vin­cen­te actua­ción de Julia Chá­vez como la abne­ga­da madre tra­tan­do de ofre­cer la máxi­ma ter­nu­ra a su hiji­to y la extra­or­di­na­ria inter­pre­ta­ción de Rodrí­guez Ber­to­re­lli dan­do la impre­sión que no actúa sino que real­men­te es un niño discapacitado.

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (1)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Muri­na (Croa­cia-Bra­sil-Esta­dos Unidos-Eslovenia)

Con los bue­nos ante­ce­den­tes de haber obte­ni­do la Cáma­ra de Oro al mejor pri­mer film exhi­bi­do en el recien­te fes­ti­val de Can­nes y con Mar­tin Scor­ce­se como pro­duc­tor eje­cu­ti­vo lle­ga al TIFF Muri­na de la novel direc­to­ra Anto­ne­ta Ala­ma Kusi­ja­no­vić. En un guión que le per­te­ne­ce con la cola­bo­ra­ción de Frank Gra­ziano, la his­to­ria rela­ta­da per­mi­te crear en su ini­cio una sutil ten­sión que se va inten­si­fi­can­do a lo lar­go de su desarrollo.

Muri­na

La acción trans­cu­rre en una idí­li­ca isla croa­ta don­de su visión se ase­me­ja a una foto­gra­fía turís­ti­ca que invi­ta a visi­tar sus her­mo­sas pla­yas fren­te al inten­so mar azul. Allí habi­ta la joven Juli­ja (Gra­ci­ja Fili­po­vić) con su padre Ante (Leon Lučev) y su madre Nela (Dani­ca Cur­cic). La espe­cial atrac­ción que el mar ejer­ce en Juli­ja la moti­va a zam­bu­llir­se con fre­cuen­cia, com­pen­san­do en par­te el des­con­ten­to que expe­ri­men­ta. Des­de el comien­zo se hace evi­den­te cómo ella sufre inte­rior­men­te el bru­tal tra­to que le dis­pen­sa su auto­ri­ta­rio pro­ge­ni­tor a la vez que con­tem­pla cómo su madre lo tole­ra some­tién­do­se a su volun­tad sin protestar.

El rela­to adquie­re fuer­za cuan­do Javier (Cliff Cur­tis) arri­ba al lugar: él es un empre­sa­rio millo­na­rio y ami­go de juven­tud de Ante quien lo ha invi­ta­do para pro­po­ner­le su aso­cia­ción en un ambi­cio­so pro­yec­to que con­sis­te en trans­for­mar la isla en un paraí­so turís­ti­co que habrá de redi­tuar­les un gran bene­fi­cio. A par­tir de allí se va crean­do un cli­ma enra­re­ci­do cuan­do Nela comien­za a flir­tear con Javier y al pro­pio tiem­po Juli­ja ve en el hués­ped la for­ma de poder libe­rar­se de su bru­tal padre. Es aquí que se pro­du­ce el enfren­ta­mien­to de las dos muje­res tra­tan­do de sedu­cir a Javier como así tam­bién la vio­len­ta reac­ción de Ante al des­cu­brir las inten­cio­nes de su hija. De este modo el film va adqui­ri­len­do el carác­ter de un thri­ller en don­de todo está pre­pa­ra­do para que la tóxi­ca rela­ción de la mucha­cha con su padre lle­gue a estallar.

El elen­co se desem­pe­ña remar­ca­ble­men­te des­ta­can­do en espe­cial la nota­ble carac­te­ri­za­ción de Fili­po­vić como la joven ansio­sa de lograr su inde­pen­den­cia así como la de Lučev ani­man­do al des­pre­cia­ble machis­ta quien es cons­cien­te de que su fami­lia lo detes­ta. Por su par­te la foto­gra­fía de Hélè­ne Lou­vart cap­ta mag­ní­fi­ca­men­te la belle­za de la isla real­za­da por el colo­ri­do del ardien­te mar que se con­vier­te en un per­so­na­je adi­cio­nal de esta historia.

Este dra­ma croa­ta demues­tra la inusual madu­rez de Kusi­ja­no­vić como rea­li­za­do­ra cons­ti­tu­yen­do una muy bue­na car­ta de pre­sen­ta­ción para sus futu­ros proyectos.

Futu­ra (Ita­lia)

Pie­tro Mar­ce­llo, Ali­ce Roh­wa­cher y Fran­ce­so Mun­zi, tres impor­tan­tes direc­to­res de Ita­lia de la pre­sen­te gene­ra­ción, efec­túan un via­je a tra­vés del país con el pro­pó­si­to de entre­vis­tar a ado­les­cen­tes y jóve­nes entre 15 y 20 años de edad a fin de reca­bar sus pun­tos de vis­ta sobre cómo avi­zo­ran el futuro.

Futu­ra

Ese reco­rri­do a lo lar­go de Ita­lia que comen­zó en febre­ro de 2020 abar­có dife­ren­tes zonas urba­nas como asi­mis­mo rura­les de Roma, Milán, Nápo­les, Pisa, Turín, Savo­na, Vene­cia, Tren­to, Tre­vi­so, Pisa, Caglia­ri, Viter­bo, y Bres­cia; en esas entre­vis­tas que se rea­li­zan en gru­pos se detec­tan jóve­nes de dife­ren­te con­di­ción social, eco­nó­mi­ca e inte­lec­tual, quie­nes en mayor o menor gra­do res­pon­den a las pre­gun­tas de sus interlocutores.

Algu­nas res­pues­tas se carac­te­ri­zan por un mar­ca­do pesi­mis­mo al enfa­ti­zar que se vive en una socie­dad muy indi­vi­dua­lis­ta con un mun­do en deca­den­cia y sin aguar­dar mejo­ras en tal sen­ti­do. Otras opi­nio­nes coin­ci­den en afir­mar que no hay gran espe­ran­za de con­ce­bir un futu­ro pro­mi­so­rio en la Ita­lia actual y que resul­ta­ría con­ve­nien­te tra­ba­jar en el exte­rior. En el comen­ta­rio sobre las redes socia­les resul­ta intere­san­te escu­char cómo varios jóve­nes sos­tie­nen que las mis­mas cons­ti­tu­yen una pla­ga que alie­na a la per­so­na sin con­du­cir a algo posi­ti­vo y por lo tan­to es nece­sa­rio afir­mar­se en la vida real; indi­rec­ta­men­te hay refe­ren­cias acer­ca de cómo la tec­no­lo­gía afec­ta las rela­cio­nes personales.

La nece­si­dad de obte­ner en el futu­ro un buen tra­ba­jo que per­mi­ta una vida dig­na es lo que esta juven­tud aspi­ra pero para varios sub­sis­te la duda de si real­men­te una bue­na for­ma­ción aca­dé­mi­ca per­mi­ti­rá lograr­lo. En cuan­to a la pro­fe­sión que les gus­ta­ría ejer­cer, las res­pues­tas varían inclu­yen­do la de tra­ba­jar de actor en la tele­vi­sión, ser fut­bo­lis­ta, desem­pe­ñar­se como cri­mi­nó­lo­go foren­se, aspi­rar a ser médi­co, lograr ser exper­ta en belle­za, etc.

La pan­de­mia no se encuen­tra ausen­te del repor­ta­je y en ese aspec­to no hay res­pues­ta pre­ci­sa de cómo será el mun­do una vez que esta pesa­di­lla con­clu­ya; de todos modos, los vene­cia­nos lamen­tan la mane­ra en que el mal­di­to Covid afec­tó al turis­mo de la región que cons­ti­tu­ye su prin­ci­pal fuen­te de recursos.

De modo gene­ral que­da la impre­sión de las ansie­da­des, sue­ños y temo­res de una juven­tud cuya res­pues­ta sobre el futu­ro no resul­ta muy con­cre­ta; eso en par­te se debe a que la pre­gun­ta sobre el tema es muy amplia y no per­mi­te pro­fun­di­zar dema­sia­do; así hay quie­nes res­pon­den que en tiem­pos tan cam­bian­tes sólo se pue­de saber lo que ocu­rri­rá, maña­na, pasa­do o qui­zá has­ta algu­nos meses más pero impo­si­ble de aven­tu­rar­se a pre­de­cir lo que acon­te­ce­rá den­tro de 10 años. De todos modos, que­da como resul­ta­do un docu­men­tal que cap­ta el espí­ri­tu que ani­ma a la gene­ra­ción naci­da en el siglo actual y des­ti­na­da a vivir en un mun­do incier­to e inseguro.

Le Bal des Folles (Fran­cia)

En el fir­ma­men­to cine­ma­to­grá­fi­co de Fran­cia, Méla­nie Lau­rent se dis­tin­gue como una de las más des­ta­ca­das actri­ces y direc­to­ras. Tras su actua­ción en más de 35 pelí­cu­las y 4 lar­go­me­tra­jes como rea­li­za­do­ra, aho­ra retor­na con Le Bal des Folles don­de ade­más de asu­mir uno de los dos roles pro­ta­gó­ni­cos, es tam­bién la direc­to­ra y auto­ra del guión com­par­ti­do con Chris­tophe Deslandes.

Le Bal des Folles

El dra­ma trans­cu­rre en Fran­cia hacia fina­les del siglo 19 pre­sen­tan­do a Eugé­nie (Lou de Laâ­ge) quien es una joven que está dota­da de un don espe­cial por el que oye y ve a los muer­tos. De libre espí­ri­tu y libe­ral para las cos­tum­bres de la épo­ca y per­te­ne­cien­do a un hogar de la alta bur­gue­sía, su fami­lia se encuen­tra alar­ma­da por sus visio­nes cre­yen­do que hay algo raro en ella; con­se­cuen­te­men­te, su padre deci­de inter­nar­la ‑en con­tra de su volun­tad- en la clí­ni­ca neu­ro­ló­gi­ca de Pitié-Sal­pê­triè­re ubi­ca­da en París, diri­gi­da por el pro­fe­sor Jean-Mar­tin Char­cot (Gré­goi­re Bon­net) quien es con­si­de­ra­do un pio­ne­ro de la psiquiatría.

Prác­ti­ca­men­te ence­rra­da y pri­va­da de liber­tad, el sitio no pue­de resul­tar más depri­men­te para ella al tener que con­vi­vir con muje­res de toda edad diag­nos­ti­ca­das de his­te­ria, epi­lep­sia y de enfer­me­dad men­tal. A pesar de los esfuer­zos que Eugé­nie rea­li­za demos­tran­do que está en su sano jui­cio, nada cam­bia has­ta el momen­to en que se vin­cu­la con Gene­viè­ve (Méla­nie Lau­rent), la enfer­me­ra de la uni­dad neu­ro­ló­gi­ca que se encuen­tra ator­men­ta­da por la muer­te de su her­ma­na; cuan­do la joven le demues­tra que efec­ti­va­men­te es capaz de comu­ni­car­se con el espí­ri­tu de su her­ma­na, Gene­viè­ve le ayu­da­rá a cam­biar su destino.

https://www.youtube.com/watch?v=K0JI-jes0Es

Basa­da en la pre­mia­da nove­la de la escri­to­ra Vic­to­ria Mas publi­ca­da en 2019, la adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca de Lau­rent res­pe­ta la ver­sión ori­gi­nal, trans­mi­tien­do muy bien la miso­gi­nia de la épo­ca, el con­ro­ver­ti­do rol que en cier­tos casos asu­me la psi­quia­tría en nom­bre de la obje­ti­vi­dad cien­tí­fi­ca — en este caso a tra­vés del méto­do emplea­do por el nar­ci­sis­ta Char­cot– y sobre todo el tra­to muchas veces inhu­mano reci­bi­do por los pacientes.

A las irre­pro­cha­bles actua­cio­nes de Laâ­ge como la des­afor­tu­na­da Eugé­nie y de Lau­rent como la huma­na enfer­me­ra se aña­de la remar­ca­ble pues­ta escé­ni­ca de la cineas­ta; la mis­ma alcan­za su cli­max en el gran bai­le que rea­li­za el hos­pi­tal para los habi­tan­tes de París en don­de las inter­nas dis­fra­za­das con extra­va­gan­tes atuen­dos dan­zan al com­pás de los valses.

Eva­lua­ción de Fan­ta­sia (Segun­da Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Indem­nity (Sudá­fri­ca)

Aun­que no es muy fre­cuen­te apre­ciar films suda­fri­ca­nos, el pre­sen­te dra­ma psi­co­ló­gi­co esco­gi­do por el fes­ti­val resul­ta más que bien­ve­ni­do. No obs­tan­te tra­tar­se de la pri­me­ra pelí­cu­la de fic­ción de Tra­vis Tau­te, él ya ha demos­tra­do ser un madu­ro direc­tor en el remar­ca­ble cor­to metra­je Num­ber 37 (2018) y en algu­nas series rea­li­za­das para la televisión.

Tau­te que asi­mis­mo es el autor del guión de Indem­nity pre­sen­ta a Theo Abrams (Jarrid Geduld), un ex bom­be­ro de la ciu­dad de Cape Town quien sufre de un seve­ro tras­torno de estrés post trau­má­ti­co por haber fra­ca­sa­do en una misión de res­ca­te en uno de los incen­dios en que le cupo par­ti­ci­par. La situa­ción se com­pli­ca cuan­do al des­per­tar encuen­tra el cadá­ver de su espo­sa ase­si­na­da (Nico­le For­tuin) sin poder recor­dar cómo se pro­du­jo el lamen­ta­ble acon­te­ci­mien­to. La situa­ción se vuel­ve más com­pli­ca­da cuan­do la poli­cía lo con­si­de­ra como prin­ci­pal sos­pe­cho­so del homi­ci­dio y en la hui­da deses­pe­ra­da que ini­cia es per­se­gui­do por la poli­cía a car­go de un impla­ca­ble sub­je­fe (Andre Jacobs).

Sin entrar en mayo­res deta­lles, bas­ta anti­ci­par que Theo lle­ga­rá a com­pro­bar que exis­te un víncu­lo entre sus per­se­gui­do­res que quie­ren silen­ciar­lo y la razón por la que su mujer fue eje­cu­ta­da al haber esta­do inves­ti­gan­do un asun­to muy tur­bio que pon­dría en peli­gro a la nación.

Con un muy buen repar­to, ade­más de Geduld, For­tuin y Jacobs, se des­ta­ca la actriz Gail Maba­la­ne. Ofre­cien­do secuen­cias de lucha, explo­sio­nes, e incen­dios exce­len­te­men­te fil­ma­das, Tau­te com­bi­na la acción des­ple­ga­da con un ten­so sus­pen­so. Con su estreno mun­dial en Fan­ta­sía, el ciné­fi­lo sabrá valo­rar la cali­dad de este film que lman­tie­ne per­ma­nen­te aten­ción a lo lar­go de su desarrollo.

Baby, Don’t Cry (Esta­dos Unidos)

La expe­rien­cia de inmi­gran­tes asiá­ti­cos que lle­gan a Esta­dos Uni­dos ha sido recien­te­men­te con­si­de­ra­da por el cine en Mina­ri del rea­li­za­dor Lee Isaac Chung mos­tran­do a una fami­lia sud­co­rea­na que pro­cu­ra lograr el sue­ño ame­ri­cano. En este caso la direc­to­ra Jes­se Dvo­rak ana­li­za el tema bajo una lupa dife­ren­te pero igual­men­te intere­san­te toman­do como refe­ren­cia la his­to­ria de una ado­les­cen­te inmigrante.

A tra­vés del guión de Zita Bai ‑igual­men­te pro­ta­go­nis­ta del film-.se sale al cru­ce de Baby una sen­si­ble chi­na de 17 años que lle­gó a Esta­dos Uni­dos y que habi­ta con su fami­lia en los subur­bios de Seattle. Pro­duc­to de un hogar des­ave­ni­do que le ha deja­do hue­llas en su per­so­na­li­dad, su natu­ra­le­za apo­ca­da y tími­da no le per­mi­te ser fácil­men­te acep­ta­da por el medio social que la rodea. Todo cam­bia para ella cuan­do cono­ce a Fox (Vas Pro­va­ta­kis), un delin­cuen­te tra­fi­can­te de dro­gas de 20 años; aten­dien­do al hecho de que polos opues­tos se atraen, rápi­da­men­te se for­ja un fuer­te víncu­lo entre ambos don­de Baby cono­ce­rá las peri­pe­cias del amor vivi­das con inten­sa y feroz pasión.

La direc­to­ra per­mi­te que el rela­to adquie­ra nota­ble enver­ga­du­ra psi­co­ló­gi­ca des­cri­bien­do el pro­ce­so de madu­rez que atra­vie­sa su pro­ta­go­nis­ta, como asi­mis­mo ofre­ce una bue­na pin­tu­ra de dos jóve­nes que vivien­do mar­gi­na­dos de la socie­dad tra­tan de dejar atrás sus trau­mas para empren­der un via­je emo­cio­nal que les per­mi­ta esca­par de una vida sin aliciente.

En su rea­li­za­ción Dvo­rak ofre­ce un film hones­to y sin­ce­ro, en bue­na par­te gra­cias al con­vin­cen­te guión de Bai y la exce­len­te carac­te­ri­za­ción que ella logra de su per­so­na­je, com­ple­men­ta­do con la acer­ta­da actua­ción de Provatakis.

Al Ter­cer Día (Argen­ti­na)

Daniel de la Vega es por exce­len­cia el cineas­ta argen­tino espe­cia­li­za­do en el géne­ro de terror tal como se evi­den­cia en su fil­mo­gra­fía en don­de Ataúd Blan­co (2016), una de sus pelí­cu­las, fue exhi­bi­da en Fan­ta­sía. Aho­ra el rea­li­za­dor retor­na al fes­ti­val con un dra­má­ti­co rela­to cen­tra­do en una madre que pro­cu­ra ubi­car el para­de­ro de su hijito.

Basa­do en una nove­la de Gon­za­lo Ven­tu­ra, quien a su vez es el guio­nis­ta jun­to con Alber­to Fas­ce, el direc­tor comien­za su rela­to a tra­vés de dos esce­nas simul­tá­neas; en una de ellas se ve a un hom­bre (Gerar­do Romano) que reci­be el encar­go de trans­por­tar un mis­te­rio­so cajón en su camión des­de Bue­nos Aires has­ta la Pata­go­nia; en la otra se obser­va a Ceci­lia (Moro Anghi­le­ri) quien para libe­rar­se de su ex mari­do (Die­go Cre­mo­ne­si) huye con su coche lle­van­do con­si­go a su peque­ño hijo. Cir­cu­lan­do en la auto­pis­ta Ceci­lia cho­ca vio­len­ta­men­te con el vehícu­lo mane­ja­do por el camio­ne­ro y como resul­ta­do de la coli­sión, la mujer per­ma­ne­ce incons­cien­te duran­te tres días; cuan­do en el hos­pi­tal reco­bra el cono­ci­mien­to sin recor­dar nada de lo que ocu­rrió, se deses­pe­ra por saber dón­de está su niño. Ator­men­ta­da por la angus­tia deci­de esca­par de la clí­ni­ca hos­pi­ta­la­ria al haber sido acu­sa­da por su ex cón­yu­ge de haber rap­ta­do al menor y en ese accio­nar es ayu­da­da por el médi­co (Lau­ta­ro Del­ga­do Tym­ruk) que la esta­ba aten­dien­do; por su inter­me­dio ella entra en con­tac­to con un hip­no­tis­ta (Osmar Núñez) a fin de recons­truir lo suce­di­do y echar luces para ubi­car al menor. A todo ello se hace pre­sen­te un poli­cía (Osval­do San­to­ro) para inves­ti­gar y escla­re­cer lo sucedido.

Aun­que en prin­ci­pio la acción se cen­tra en Ceci­lia, es per­ti­nen­te no agre­gar más deta­lles y dejar al espec­ta­dor que des­cu­bra cuál es el papel que le cabe al camio­ne­ro a medi­da que la tra­ma se va espe­san­do. Con un buen domi­nio narra­ti­vo y una apre­cia­ble esté­ti­ca, el direc­tor logra que esta his­to­ria cier­ta­men­te impre­vi­si­ble, sor­pren­da y satis­fa­ga al espec­ta­dor incli­na­do por los fil­mes de sus­pen­so y horror.

Eva­lua­ción de Fan­ta­sia (Pri­me­ra Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí una bre­ve rese­ña de tres de los fil­mes vis­tos en el fes­ti­val Fan­ta­sia que se está desa­rro­llan­do has­ta el 25 de agosto.

One Second Cham­pion (Hong Kong)

Una con­ven­cio­nal fan­ta­sía ambien­ta­da en el mun­do del boxeo es lo que se con­tem­pla en este entre­te­ni­do film con­ve­nien­te­men­te narra­do. El direc­tor de Hong Kong Sin-hang Chiu pre­sen­ta a Tin-yan Chow quien en el momen­to de nacer per­ma­ne­ció muer­to duran­te un segun­do; esa dra­má­ti­ca cir­cuns­tan­cia atra­ve­sa­da le per­mi­tió gozar de la habi­li­dad de vis­lum­brar el futu­ro con un segun­do de anti­ci­pa­ción y por ese moti­vo su poder sobre­na­tu­ral lo con­vir­tió en un céle­bre niño. Sin embar­go en su eta­pa adul­ta (Endy Chow) las glo­rias del pasa­do se han esfu­ma­do y ahora.es un hom­bre típi­ca­men­te per­de­dor tra­ba­jan­do sin muchas aspi­ra­cio­nes en un bar local.

Como padre mono­pa­ren­tal su máxi­ma preo­cu­pa­ción es que su hiji­to (Cheuk-lok Hung) pue­da ser some­ti­do a una ope­ra­ción qui­rúr­gi­ca a fin de solu­cio­nar su defi­cien­cia audi­ti­va; para ello pre­via­men­te debe reu­nir el mon­to nece­sa­rio que deman­da tal inter­ven­ción. La suer­te le son­ríe cuan­do un día Shun (Sin-hang Chiu), un faná­ti­co del box, al visi­tar el bar tie­ne oca­sión de apre­ciar su habi­li­dad boxís­ti­ca al ver­lo pelear con uno de los parro­quia­nos; allí le pro­po­ne entre­nar­lo en su gim­na­sio para que pue­da par­ti­ci­par en pró­xi­mas con­tien­das. Así, gra­cias a su capa­ci­dad de adi­vi­nar lo que sobre­ven­drá en el lap­so pre­vio de un segun­do, Tin-yan logra salir bien para­do enfren­tan­do a sus con­ten­dien­tes; pero la situa­ción se vuel­ve más com­pli­ca­da cuan­do él pier­de esa magia al tener que vér­se­las en un duro match con un eli­tis­ta boxea­dor tai­lan­dés (Cha­non Santinatornkul).

Aun­que a la pos­tre se ve venir lo que pasa­rá, ese fac­tor no des­me­re­ce la visión de esta his­to­ria gra­cias a una ágil direc­ción y a su buen elen­co don­de tam­bién par­ti­ci­pa Min-chen Lin carac­te­ri­zan­do al poten­cial inte­rés román­ti­co de Tin-yan. En suma, he aquí un film esca­pis­ta de agra­da­ble visión.

Love, Life and Gold­fish (Japón)

Basa­da en una his­to­ria refe­ri­da a las popu­la­res series man­ga de Nori­ko Ota­ni, este film de Yuki­no­ri Maka­be cum­ple su come­ti­do de satis­fa­cer al com­bi­nar apro­pia­da­men­te la come­dia del absur­do con la moder­na músi­ca de Japón.

El rela­to se cen­tra en Mako­to (Matsu­ya Onoe) quien es un fun­cio­na­rio ban­ca­rio tra­ba­jan­do en Tok­yo que aguar­da ser pro­mo­cio­na­do; sin embar­go por un error que come­tió cae en des­gra­cia al ser degra­da­do y ade­más trans­fe­ri­do a una peque­ña sucur­sal del inte­rior del país. Bus­can­do esca­par de la frus­tra­ción que lo envuel­ve, la opor­tu­ni­dad se le pre­sen­ta al cono­cer a Yoshino (Kana­ko Momo­ta) quien es la due­ña de un local en don­de sus clien­tes se pres­tan a un curio­so jue­go en el que com­pi­ten en la pes­ca de pece­ci­tos de colo­res. No trans­cu­rre mucho tiem­po en que Mako­to se sien­te atraí­do por la bella Yoshino aun­que ella está ena­mo­ra­da de Nobo­ru (Haya­to Kaki­za­wa), un pia­nis­ta que tam­bién par­ti­ci­pa en el jue­go de los peces; a todo ello Asu­ka (Nico­le Ishi­da), la enig­má­ti­ca due­ña de un bar local, pare­ce gus­tar de Makoto.

A pesar de una tra­ma muy livia­na cen­tra­da en el con­flic­to román­ti­co de Mako­to, muy bien inter­pre­ta­do por Onoe, se apre­cia el modo en que él va adap­tán­do­se a las nue­vas con­di­cio­nes de vida, lejos de la urba­na metró­po­li en que solía habi­tar. Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do, el film se des­ta­ca por la cali­dez que Maka­be impreg­na en su rela­to, la sim­pa­tía de sus per­so­na­jes, su exce­len­te des­plie­gue visual con ópti­mos dise­ños de pro­duc­ción y muy espe­cial­men­te por la inser­ción de colo­ri­dos núme­ros musi­ca­les inte­gra­dos por can­cio­nes popu­la­res del país nipón que per­te­ne­cien­tes a dife­ren­tes esti­los resul­tan gra­tos al oído.

Muer­to con Glo­ria (Uru­guay-Argen­ti­na)

Des­pués de haber debu­ta­do con Los Moder­nos (2016), los direc­to­res Mau­ro Sar­ser y Mar­ce­la Mat­ta retor­nan con una come­dia sazo­na­da con fenó­me­nos paranormales.

Tenien­do en cuen­ta que en esta épo­ca los víncu­los amo­ro­sos adquie­ren un matiz dife­ren­te, aten­dien­do a la visión de los rea­li­za­do­res pare­cie­ra que el sexo cons­ti­tu­ye el motor fun­da­men­tal del víncu­lo de una pare­ja; con­se­cuen­te­men­te Sar­ser en su con­di­ción de guio­nis­ta, don­de ade­más actúa, con­ci­be un rela­to sobre este tema cuya acción trans­cu­rre en Mon­te­vi­deo. En una libre­ría cén­tri­ca de la ciu­dad tra­ba­jan Glo­ria (Ste­fa­nia Tor­to­re­lla) y San­dra (Nenan Pele­nur) de apro­xi­ma­da­men­te 30 años quie­nes son dos ami­gas de opues­tas per­so­na­li­da­des; mien­tras que Glo­ria es una reca­ta­da y cul­ta ven­de­do­ra aman­te de la lite­ra­tu­ra y preo­cu­pa­da en ofre­cer una bue­na guía a los poten­cia­les clien­tes que con­cu­rren al local, San­dra es des­preo­cu­pa­da y lo úni­co que la moti­va es man­te­ner fre­cuen­tes rela­cio­nes sexua­les que sean capa­ces de hacer­la gozar ple­na­men­te. Es así que San­dra con­ti­nua­men­te ase­dia a su ami­ga para que le cuen­te si aca­so tie­ne orgas­mos en sus encuen­tros íntimos.

El dis­pa­ra­dor del rela­to se pro­du­ce cuan­do alo­ja­da en el depar­ta­men­to que aca­ba de alqui­lar Glo­ria fija su aten­ción en la foto de un hom­bre que era el pre­ce­den­te inqui­lino y que aca­ba de morir. Es ahí que el film gira de tono cuan­do al dor­mir­se ella cree que está hacien­do el amor con el falle­ci­do, pro­fi­rien­do exal­tan­tes gri­tos mien­tras está dis­fru­tan­do de un inusual orgasmo.

Al tran­si­tar entre la reali­dad y el terreno de lo absur­do, Mat­ta y Sar­ser brin­dan un risue­ño entre­te­ni­mien­to a pesar de que no siem­pre se encuen­tra el apro­pia­do equi­li­brio entre el ero­tis­mo y la cuer­da román­ti­ca. Con una irre­pro­cha­ble actua­ción de Tor­to­re­lla y sobre todo Pele­nur en su des­co­ca­do per­so­na­je, esta sobre­na­tu­ral come­dia cobra mayor impul­so en su últi­mo tra­mo, cuan­do Glo­ria encuen­tra al hom­bre ideal de su vida en el due­ño de la libre­ría (Sar­ser). Como esce­na­rio del rela­to, la bue­na foto­gra­fía de Ger­man Luon­go per­mi­te cap­tar pano­rá­mi­ca­men­te la bella capi­tal de Uruguay.