Una Icó­ni­ca Personalidad

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

JOSEPHI­NE – A MUSI­CAL CABA­RET. Crea­ción: Tymisha Harris, Michael Mari­nac­cio y Tod Kim­bro. Actua­ción: Tymisha Harris Direc­ción y Coreo­gra­fía: Sean Chees­man. Direc­ción Músi­cal: Tau­rey Butler. Músi­cos: Tau­rey Butler, Jen­ni­fer Bell, Mor­gan Moo­re y Wali Muham­mad. Esce­no­gra­fía y Dise­ño de Video: Bruno-Pie­rre Hou­le. Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret. Ilu­mi­na­ción: Stépha­nie Méni­got. Dura­ción: 1h40 sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 18 de junio de 2023 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre

(Foto: Les­lie Shachter)

Hay espec­tácu­los que que­dan gra­ba­dos por siem­pre en la memo­ria de la audien­cia. Sin duda algu­na esta excep­cio­nal pro­duc­ción que obtu­vo uná­ni­mes elo­gios en don­de fue pre­sen­ta­da ante­rior­men­te, reper­cu­ti­rá del mis­mo modo en los espec­ta­do­res que la verán en el Segal Cen­tre. Den­tro de un esce­na­rio limi­ta­do, esta com­pa­ñía tea­tral ofre­ce un glo­rio­so musi­cal revi­vien­do en cuer­po y alma a la inol­vi­da­ble Josephi­ne Baker.(1906 – 1975)

Adop­tan­do un cri­te­rio bio­grá­fi­co la actriz Tymisha Harris pasa revis­ta a su aza­ro­sa vida don­de el rela­to se inter­ca­la mag­ní­fi­ca­men­te con la inter­pre­ta­ción de las can­cio­nes que hicie­ron famo­sa a la icó­ni­ca artis­ta de ori­gen afro­ame­ri­cano. Naci­da en St. Louis, Mis­sou­ri, des­de su infan­cia sumi­da en la pobre­za comien­za a sen­tir su fuer­te afi­ción por el bai­le. Due­ña de una per­so­na­li­dad inde­pen­dien­te y para dejar a un lado la pobre­za y el racis­mo, deja su hogar a los 13 años para casar­se por pri­me­ra vez en un matri­mo­nio de ape­nas un año para efec­tuar un nue­vo inten­to dos años des­pués con William Baker de quien adop­ta­ría su ape­lli­do. Ante­po­nien­do su actua­ción en el mun­do del espec­tácu­lo, deja a su mari­do y en 1925 con sus 19 años tie­ne la opor­tu­ni­dad de poder actuar en Fran­cia. Es así que des­de ese momen­to el cie­lo es el lími­te para Josephi­ne don­de cau­ti­va al públi­co con sus can­cio­nes y bai­les. Es allí que cono­ce a Pepi­to di Aba­tino con quien con­trae enla­ce en 1926 y es él quien la con­ven­ce de retor­nar a Esta­dos Uni­dos para mon­tar espec­tácu­los simi­la­res; pero su regre­so no fue lo que ella aguar­dó al reci­bir inme­re­ci­das crí­ti­cas nega­ti­vas. De allí regre­sa a Fran­cia para seguir mara­vi­llan­do al públi­co y duran­te la Segun­da Gue­rra for­ma par­te de la resis­ten­cia fran­ce­sa con­tra los nazis; su acti­vis­mo polí­ti­co la lle­va­rá igual­men­te a retor­nar a Esta­dos Uni­dos para par­ti­ci­par en 1963 en la mar­cha sobre Washing­ton lide­ra­da por Mar­tin Luther King para garan­ti­zar la defen­sa de los dere­chos civi­les de la pobla­ción negra.

(Foto: Les­lie Shachter)

La actua­ción de Harris es inol­vi­da­ble lo que no resul­ta extra­ño si se atien­de a su currí­cu­lum de deno­da­da bai­la­ri­na, can­tan­te, actriz, coreó­gra­fa, dise­ña­do­ra de ves­tua­rio y mucho más. En su inter­pre­ta­ción de Josephi­ne con­fir­ma una vez más ser una irre­pro­cha­ble inter­pre­te en la medi­da que su actua­ción des­lum­bra. Ella trans­mi­te fiel­men­te los momen­tos más subli­mes de su exis­ten­cia como así tam­bién los som­bríos como cuan­do ve frus­tra­da su voca­ción de madre al per­der a su hijo al nacer y lue­go ser some­ti­da a una his­te­rec­to­mía. En tal sen­ti­do es con­mo­ve­dor lo que se mues­tra a tra­vés del video de los 12 niños y niñas mul­ti­ra­cia­les que ella adop­tó, pro­ve­nien­tes de Fran­cia, Marrue­cos, Japón, Colom­bia, Vene­zue­la, Arge­lia y Cos­ta de Marfil.

(Foto: Les­lie Shachter)

Como bai­la­ri­na fas­ci­na a tra­vés de la des­inhi­bi­da sen­sua­li­dad exhi­bi­da y la acer­ta­da mane­ra que inter­ac­túa con el públi­co. Igual­men­te des­ta­ca­ble es la rapi­dez y logro que obtie­ne en los nume­ro­sos cam­bios de atuen­do, muchos de los mis­mos rea­li­za­dos a la vis­ta de la audien­cia; en ese aspec­to, es enco­mia­ble el esplen­do­ro­so ves­tua­rio dise­ña­do por Loui­se Bou­rret. Cla­ro está que Harris igual­men­te apa­sio­na con su poten­te voz ento­nan­do entre otras can­cio­nes I Have Two Loves, The Times They Are A‑Changin, Bei Mir Bist Du Shein y sobre todo La Vie en Rose can­ta­da en dúo con la gra­ba­ción rea­li­za­da por Josephi­ne; todo ello acom­pa­ña­do por la músi­ca diri­gi­da por el remar­ca­ble pia­nis­ta de jazz Tau­rey Butler.

Si bien no exis­ten más pala­bras para cali­fi­car el increí­ble “tour de for­ce” de Harris en los 100 minu­tos de per­ma­nen­te pre­sen­cia en el esce­na­rio, es fun­da­men­tal des­ta­car la estu­pen­da pues­ta escé­ni­ca de Sean Chees­man quien ha sabi­do cap­tar la ver­da­de­ra esen­cia del espec­tácu­lo; a su vez como remar­ca­ble coreó­gra­fo, per­mi­te el luci­mien­to de la artis­ta en la Dan­za Bana­na en don­de bai­la con más de una doce­na de bana­nas adhe­ri­das a su pollera.

Dicho lo que pre­ce­de, este gran­dio­so musi­cal rati­fi­ca el pres­ti­gio del Segal Cen­tre en ofre­cer pro­duc­cio­nes que como la pre­sen­te enri­que­cen el nivel cul­tu­ral de Montreal.

Enemi­gos Políticos

BEST OF ENEMIES

En otra de las pie­zas de Natio­nal Thea­tre Live se verá Best of Enemies, la obra de James Graham que fue repre­sen­ta­da en el Tea­tro Young Vic de Lon­dres y fil­ma­da en vivo.

David Hare­wood y Zachary Quin­to. (Foto: Johan Persson)

En este dra­ma polí­ti­co que se desa­rro­lla en 1968 el autor enfo­ca a dos inte­lec­tua­les que aspi­ran a la pre­si­den­cia de Esta­dos Uni­dos. Duran­te las con­ven­cio­nes para la nomi­na­ción de los can­di­da­tos en un deba­te for­mal tele­vi­si­vo difun­di­do por la ABC se enfren­tan el con­ser­va­dor William F. Buc­kley Jr ‑edi­tor del Natio­nal Review- y el ico­no­clas­ta libe­ral escri­tor Gore Vidal. En ese encuen­tro don­de cada uno de ellos detes­ta al otro que­dan expues­tos los aspec­tos mora­les y la mar­ca­da dife­ren­cia ideo­ló­gi­ca rei­nan­te en la divi­di­da nación. Duran­te el trans­cur­so de las dis­cu­sio­nes que alcan­zan alta ten­sión, la obra adquie­re el carác­ter de un autén­ti­co thriller.

David Harew­wod y Cla­re Fos­ter. (Foto: Johan Persson)

El actor bri­tá­ni­co David Hare­wood ani­ma a Buc­kley Jr. en tan­to que el esta­dou­ni­den­se Zachary Quin­to inter­pre­ta a Vidal. El elen­co que­da inte­gra­do con Debo­rah Alli, Emi­lio Door­ga­singh, Cla­re Fos­ter, Tom God­win, John Hodg­kin­son, Syrus Lowe, Kevin McMo­na­gle, Sam Otto, David Boy­le, Lin­coln Con­way, Vivien­ne Ekwu­lu­go, Jamie Hogarth y Saaj Raja.

Esta obra diri­gi­da por Jeremy Herrin ha reci­bi­do varios pre­mios y ha sido muy bien reci­bi­da por la crí­ti­ca y el públi­co en su tras­la­do a Esta­dos Uni­dos. Su exhi­bi­ción será efec­tua­da en selec­tas salas de Cine­plex el 18 y el 21 de mayo de 2023.

Una Seduc­to­ra Historia

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LE RÊVEUR DANS SON BAIN. Crea­ción y Direc­ción; Hugo Bélan­ger – Ase­so­ría Dra­má­tica: Pie­rre Yves Lemieux — Elen­co: Carl Béchard, Éloi Cousi­neau, Nor­mand D’Amour, Renaud Lace­lle-Bour­don, Carl Poli­quin, Sébas­tien René, Marie-Éve Tru­del y Cynthia Wu-Maheux – Esce­no­gra­fía: Jonas Veroff Bou­chard — Ves­tua­rio: Marie Chan­ta­le Vai­llan­court – Músi­ca Ori­gi­nal y Ambien­ta­ción Sono­ra: Ludo­vic Bon­nier — Ilu­mi­na­ción: Luc Pra­rie – Video: Tho­mas Payet­te / Mira­ri Stu­dio – Acce­so­rios: Alain Jen­kins — Maqui­lla­je: Mary­se Gos­se­llin — Músi­ca Ori­gi­nal y Ambien­ta­ción Sono­ra: Ludo­vic Bon­nier - Asis­ten­cia a la Pues­ta Escé­ni­ca y Direc­ción: Stépha­nie Ray­mond. Dura­ción: 1 hora y 45 minu­tos (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 27 de mayo de 2023 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Soñar cons­ti­tu­ye un ele­men­to esen­cial del ser humano y aun­que esos sue­ños pue­dan no rea­li­zar­se, lo impor­tan­te es man­te­ner­los para seguir ade­lan­te por­que de lo con­tra­rio la vida no tie­ne mayor ali­cien­te. Eso es lo que ha ins­pi­ra­do a Hugo Bélan­ger a crear una fan­ta­sio­sa his­to­ria des­bor­dan­te de ima­gi­na­ción, en don­de des­pués de haber brin­da­do en 2015 la exce­le­ne pro­duc­ción Le tour du mon­de en 80 jours en el TNM con Le rêveur dans son bain vuel­ve a con­fir­mar su con­di­ción de remar­ca­ble dra­ma­tur­go y direc­tor escénico.

Cynthia Wu-Maheux. (Foto: Yves Renaud)

El soña­dor de esta his­to­ria (Nor­mand d’Amour) es un dibu­jan­te ermi­ta­ño que se encuen­tra des­de hace 20 años enclaus­tra­do en la bañe­ra de su hogar y no está dis­pues­to a dejar­la, a pesar de la insis­ten­cia de su hijo (Rénaud Lace­lle-Bour­don) de que sal­ga de ese recin­to. Al lugar pene­tra Octa­ve (Sébas­tien René), un mis­te­rio­so joven que obser­va a este hom­bre en la posi­ción en que se encuen­tra así como la can­ti­dad de raros acce­so­rios dise­mi­na­dos en esa suer­te de gabi­ne­te de curio­si­da­des. La gran frus­tra­ción del ana­co­re­ta se debe a su blo­queo como artis­ta y es así que aguar­da la apa­ri­ción de Ondi­ne (Cynthia Wu-Maheux), la mito­ló­gi­ca cria­tu­ra acuá­ti­ca, para que a tra­vés de su chis­pa le incen­ti­ve su pro­ce­so creativo.

Nor­mand D’A­mour y Renaud Lace­lle-Bour­don. (Foto: Yves Renaud)

De allí en más, el rela­to cobra vue­lo a tra­vés de un via­je oní­ri­co en el que Octa­ve, el alter ego del soña­dor, entra en con­tac­to con emble­má­ti­cos pre­cur­so­res del arte quie­nes a fines del siglo 19 y comien­zos del 20 domi­na­ron el espec­tro cul­tu­ral. Es así que se sale al cru­ce de Win­sor McDay (Carl Béchard), el his­to­rie­tis­ta ame­ri­cano del comic y pio­ne­ro del cine de ani­ma­ción. Otro per­so­na­je es el fran­cés Geor­ges Méliès (Éloi Cousi­neau), gran crea­dor del cine de espec­tácu­lo y fan­ta­sía de quien se apre­cia un extrac­to de su film Via­je a la Luna (1902). No menos impor­tan­te es la figu­ra de Robert-Hou­din (Carl Poli­quin), el pri­mer mago con­tem­po­rá­neo en la his­to­ria de la magia. En el uni­ver­so alu­ci­nan­te del soña­dor igual­men­te par­ti­ci­pan emi­nen­tes artis­tas feme­ni­nas que lamen­ta­ble­men­te han sido olvi­da­das como es el caso de la ale­ma­na Han­nah Hoch que tra­ba­jó la téc­ni­ca del foto­mon­ta­je con inten­cio­nes plás­ti­cas y la escul­to­ra, pin­to­ra y poe­ta ale­ma­na Elsa Von Frey­tag (Marie-Ève Trudel).

Nor­mand D’A­mour. (Foto: Yves Renaud)

Si bien par­te del espec­tácu­lo trans­cu­rre en ese mun­do fan­ta­sio­so es en su tra­mo final que la obra adquie­re impor­tan­te relie­ve dra­má­ti­co. Eso se pro­du­ce cuan­do retor­nan­do a la reali­dad cir­cun­dan­te el hijo recri­mi­na a su padre su ego­cen­tris­mo y el haber sido el cau­san­te de haber malo­gra­do la carre­ra de su madre fotó­gra­fa; no obs­tan­te ambos lle­ga­rán a recon­ci­liar­se en una con­mo­ve­do­ra esce­na final.

Bélan­ger ha reu­ni­do un elen­co exce­len­te. Entre otros, D’Amour demues­tra su soli­dez acto­ral ani­man­do al per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co así como Lace­lle-Bour­don trans­mi­te sen­si­bi­li­dad como su pri­mo­gé­ni­to. A la fine­za que Wu-Maheux brin­da como la míti­ca Ondi­na, se une la remar­ca­ble com­po­si­ción de Sébas­tien René, en tan­to que Béchard, Cousi­neau, Poli­quin y Tru­del com­ple­tan con nota­ble sol­tu­ra a los per­so­na­jes his­tó­ri­cos del relato.

Enco­mia­ble ha sido la labor de Bélan­ger con­ci­bien­do un dra­ma en que la reali­dad armó­ni­ca­men­te se fun­de con la fan­ta­sía de mane­ra asom­bro­sa para expli­car las difi­cul­ta­des que sue­le atra­ve­sar un artis­ta como crea­dor. Ade­más de haber logra­do una mara­vi­llo­sa pues­ta escé­ni­ca, como direc­tor ha cui­da­do­sa­men­te super­vi­sa­do los diver­sos aspec­tos de la pro­duc­ción inclu­yen­do el fan­tás­ti­co deco­ra­do de Jonas Veroff Bou­chard, el colo­ri­do y varia­do ves­tua­rio de Marie Chan­ta­le Vai­llan­court, los logra­dos efec­tos de ilu­mi­na­ción de Luc Pra­rie y sobre todo el impe­ca­ble des­pla­za­mien­to de los acto­res y actri­ces en el escenario.

Dicho lo que ante­ce­de, el TNM cie­rra su tem­po­ra­da con un bro­che de oro a tra­vés de una inno­va­do­ra y seduc­to­ra obra nutri­da de magia que cala hon­da­men­te en el áni­mo del espectador.

Un Remar­ca­ble Proyecto

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LE PRO­JET RIO­PE­LLE. Tex­to, Con­cep­ción y Direc­ción Escé­ni­ca: Robert Lepa­ge. Co-Autor, Con­cep­ción y Direc­ción de Crea­ción: Ste­ve Blan­chet. Diá­lo­gos: Oli­vier Kemeid. Elen­co: Anne-Marie Cadieux, Vio­let­te Cha­veau, Richard Fré­chet­te, Gabriel Lemi­re, Étien­ne Lou, Noé­mie O’Farrell, Luc Picard, Audrée Southiè­re y Phi­lip­pe Thi­bault-Denis. Músi­ca Ori­gi­nal y Con­cep­ción Sono­ra: Lau­rier Rajot­te. Esce­no­gra­fía: Robert Lepa­ge. Cocon­cep­ción de la Esce­no­gra­fía: Aria­ne Sau­vé. Imá­ge­nes: Félix Fra­det-Faguy. Ves­tua­rio: Vir­gi­nie Leclerc.  Ilu­mi­na­ción: Lucie Baz­zo. Acce­so­rios: Eve­li­ne Tan­guay. Asis­ten­cia de la Direc­ción Escé­ni­ca: Félix Dage­nais.  Dura­ción: 4 horas y 25 minu­tos inclu­yen­do dos entre­ac­tos de 20 minu­tos cada uno. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 11 de junio de 2023 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Luc Picard (Foto: Danny Taillon)

A todas luces el públi­co asis­te a un espec­tácu­lo asom­bro­so por su con­cep­ción en don­de el dra­ma­tur­go, direc­tor y actor Robert Lepa­ge rea­li­za una labor colo­sal brin­dan­do un bello tri­bu­to al inmor­tal pin­tor cana­dien­se Jean-Paul Rio­pe­lle (1923 – 2002), con­me­mo­ran­do asi­mis­mo el cen­te­na­rio de su nacimiento.

Sin duda la tarea empren­di­da que insu­mió al autor tres años de inten­sa inves­ti­ga­ción sobre Rio­pe­lle es muy ambi­cio­sa. Pasan­do revis­ta a los momen­tos más tras­cen­den­tes en la vida del pin­tor, Lepa­ge adop­ta un enfo­que bio­grá­fi­ca­men­te cro­no­ló­gi­co. Es así que se asis­te a los pri­me­ros pasos del artis­ta en la déca­da del 40 comen­zan­do a los 17 años sus estu­dios de arte en la Éco­le du Meu­ble de Mon­treal bajo la guía del maes­tro Paul Émi­le Bor­duas para pron­to dis­tin­guir­se e inte­grar el movi­mien­to Les Auto­ma­tis­tes. A su vez tie­ne acti­va par­ti­ci­pa­ción en la redac­ción del céle­bre mani­fies­to Refus glo­bal con­ce­bi­do por Bor­duas en 1948, cuyo con­te­ni­do abo­ga por la liber­tad de expre­sión e inde­pen­den­cia artís­ti­ca a la vez que cons­ti­tu­ye una seve­ra crí­ti­ca al con­ser­va­tis­mo impues­to por la Igle­sia en Quebec.

Luc Picard y Gabriel Lemi­re. (Foto: Danny Taillon)

En 1949 Rio­pe­lle deja Mon­treal para tras­la­dar­se a París, en don­de fre­cuen­ta los gran­des cul­to­res artís­ti­cos inclu­yen­do entre otros a André Bre­ton, Samuel Bec­kett, Jack­son Pollock, Joan Miró, Mau­ri­ce Richard, Mar­ce­lle Ferron y Muriel Guil­bault. Gra­dual­men­te Rio­pe­lle va dejan­do de lado su esti­lo surrea­lis­ta para adop­tar un expre­sio­nis­mo abs­trac­to que es muy apre­cia­do por los asis­ten­tes a las gale­rías de la ciu­dad luz. Es allí don­de en una expo­si­ción cono­ce a Joan Mit­chell, la pin­to­ra expre­sio­nis­ta de Esta­dos Uni­dos, con la que man­tie­ne una tumul­tuo­sa rela­ción amo­ro­sa duran­te 24 años has­ta que se pro­du­ce su rup­tu­ra. En todo caso la artis­ta ejer­ció enor­me influen­cia en su vida y es nota­ble la sen­sa­ción de des­aso­sie­go que Rio­pe­lle expe­ri­men­ta cuan­do ya de retorno a Que­bec se impo­ne de su muer­te acae­ci­da en octu­bre de 1992; refu­gia­do en su taller de L’Ĩle-aux-Oies, su tris­te­za lo ins­pi­ra a rea­li­zar su monu­men­tal tra­ba­jo L’hom­ma­ge à Rose Luxem­burg que cons­ta de 30 paneles.

Anne-Marie Cadieux. (Foto: Danny Taillon)

Des­de un pun­to de vis­ta argu­men­tal el rela­to se vuel­ve en algu­nos aspec­tos repe­ti­ti­vos sin esbo­zar sufi­cien­te­men­te la vida per­so­nal del pin­tor en don­de resul­ta difí­cil de escru­di­ñar su psi­quis; no obs­tan­te su mun­do inte­rior pue­de en par­te refle­jar­se en sus pin­tu­ras como así tam­bién en las decla­ra­cio­nes efec­tua­das al ser entre­vis­ta­do en 1968 en una emi­sión radial de Radio Cana­da. Asi­mis­mo un aspec­to que dis­trae un poco la aten­ción del espec­ta­dor es el cam­bio con­ti­nuo de deco­ra­dos a tra­vés de varias bre­ves viñe­tas que se van suce­dien­do a lo lar­go de la pie­za que no siem­pre man­tie­nen com­ple­ta cohesión.

Hay dos fac­to­res fun­da­men­ta­les que vigo­ri­zan fuer­te­men­te a este espec­ta­cu­lar recuen­to bio­grá­fi­co. Uno de ellos es el aspec­to visual como pocas veces se ha vis­to en la esce­na tea­tral. Es así que se con­tem­pla entre otras esce­nas, un via­je en auto de Rio­pe­lle y Mit­chell reco­rrien­do la bella ciu­dad pari­si­na, así como una pla­cen­te­ra tra­ve­sía en bote a lo lar­go del Sena: no menos impo­nen­te es la esce­na aérea sobre­vo­lan­do el gla­cial nor­te de Que­bec, igual­men­te resal­ta la esce­na de pati­na­je sobre un lago hela­do y la que se obser­va a per­so­na­jes cami­nan­do en la pla­ya al bor­de del mar. Todo ello crea una sen­sa­ción de com­ple­to rea­lis­mo median­te la excep­cio­nal esce­no­gra­fía de Lepa­ge que mere­ce un for­tí­si­mo aplauso.

El otro ele­men­to posi­ti­vo es la logra­da direc­ción de acto­res, tenien­do en con­si­de­ra­ción que en la obra hay un cen­te­nar de per­so­na­jes don­de los 9 intér­pre­tes que inte­gran el repar­to com­po­nen a varios de los mis­mos. Asi Luc Picard ani­ma con mesu­ra al maes­tro Bor­duas y tam­bién a Rio­pe­lle en su edad madu­ra; Gabriel Lemi­re se des­ta­ca como el joven Rio­pe­lle en tan­to Noé­mi O’Farrell se impo­ne como la joven Joan Mit­chell. Por su par­te la vete­ra­na Anne-Marie Cadieux bri­lla como la impe­tuo­sa Mit­chell a pun­to de esta­llar en la eta­pa pos­te­rior de su vida. Dis­tin­ción espe­cial mere­ce Étien­ne Lou en el con­mo­ve­dor monó­lo­go que ofre­ce carac­te­ri­zan­do al pin­tor que­be­quen­se Clau­de Gau­vreau, cuya ines­ta­ble salud men­tal lo con­du­ce al sui­ci­dio. Com­ple­tan­do el repar­to, en bre­ves apa­ri­cio­nes salen airo­sos Vio­let­te Chau­veau, Richard Fré­chet­te, Audrée Southiè­re y Phi­lip­pe Thibault-Denis.

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do y a pesar de que dra­má­ti­ca­men­te la obra no alcan­za el mis­mo impac­to que su nivel visual, el resul­ta­do cons­ti­tu­ye un nue­vo triun­fo que se aña­de a la exce­len­te carre­ra del gran direc­tor de la esce­na cana­dien­se Robert Lepage.

Un Dra­má­ti­co Rezo

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

PRA­YER FOR THE FRENCH REPU­BLIC. Autor: Joshua Mar­mon. Direc­ción: Lisa Rubin. Elen­co: Ellen David, Eyall Galli, Madi­son Gra­ves, Daniel Green­berg, Richard Jutras, Michael “Misha” Krey­zer­man, Wade Lynch, Alex Poch-Gol­din, Mau­ri­ce Pod­brey, Arie­lle Shi­ri y Feli­cia Shul­man. Esce­no­gra­fía: Brian Dud­kie­wicz. Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret. Ilu­mi­na­ción: Clau­de Acco­las. Músi­ca y Com­po­si­ción de Soni­do: Nick Bur­guess. Direc­ción Adjun­ta: Gabrie­la Sal­tiel Dura­ción: 3 horas, inclu­yen­do dos entre­ac­tos. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 14 de mayo de 2023 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

Ellen David y Madi­son Gra­ves (Foto: Les­lie Schachter)

Des­pués de haber impre­sio­na­do con Bad Jews en 2016, el Segal Cen­tre pre­sen­ta la nue­va obra de Joshua Har­mon refle­jan­do las con­se­cuen­cias y reac­cio­nes que pro­du­ce el cre­cien­te anti­se­mi­tis­mo impe­ran­te en Fran­cia. Al hacer­lo el autor ofre­ce una cla­ra y obje­ti­va visión de qué modo eso afec­ta la iden­ti­dad judía, a tra­vés de dos fami­lias de fran­ce­ses judíos vivien­do en perío­dos diferentes.

Madi­son Gra­ves, Alex Poch-Gol­din y Daniel Green­berg (Foto: Les­lie Schachter)

El inten­so dra­ma enfo­ca en 2016 a Mar­ce­lle Salo­mon Benha­mou (Ellen David) cuyos ances­tros de ori­gen asque­na­zí habi­ta­ron Fran­cia a tra­vés de varios siglos. Ella está casa­da con Char­les Benha­mou (Alex Poch-Gol­din) que naci­do en Arge­lia emi­gró des­de niño con su fami­lia sefar­dí cuan­do en la déca­da del 60 se hizo difí­cil seguir resi­dien­do allí.

Arie­lle Shi­ri y Madi­son Gra­ves (Foto: Les­lie Schachter)

El matri­mo­nio tie­ne dos hijos: uno de ellos es Daniel (Daniel Green­berg) de 26 años, muy reli­gio­so y pro­fe­sor de mate­má­ti­cas en una escue­la hebrea y Elo­die (Arie­lle Shi­ri) de 28 años de volá­til per­so­na­li­dad. Cuan­do la obra comien­za Mar­ce­lle reci­be a la joven Molly (Madi­son Gra­ves), la hija de una pri­ma suya, quien vive en Esta­dos Uni­dos y visi­ta Fran­cia por un año para seguir estu­dios uni­ver­si­ta­rios; es enton­ces que se pro­du­ce el pri­mer inci­den­te cuan­do Daniel regre­sa al hogar ensan­gren­ta­do al haber sido agre­di­do por anti­se­mi­tas que lo iden­ti­fi­ca­ron como judío por usar su kipá. Ese lamen­ta­ble epi­so­dio uni­do a otros gra­ves aten­ta­dos que tuvie­ron lugar en los últi­mos años en París, moti­va a que por razo­nes de segu­ri­dad y pro­tec­ción Char­les quie­ra dejar el país y fijar la resi­den­cia en Israel; sin embar­go Mar­ce­lle se opo­ne a la idea por­que cree que sus raí­ces están en Fran­cia. De esa dis­cu­sión entre mari­do y mujer la obra pre­sen­ta el pri­mer tópi­co de sumo inte­rés sobre lo que sig­ni­fi­ca ser judío en Francia.

Feli­cia Shul­man, Eyall Galli, Misha Krey­zer­man y Wade Lynch (Foto: Les­lie Schachter)

A todo ello, Molly que se con­si­de­ra judía agnós­ti­ca inte­rro­ga a Daniel sobre cuál es la razón de su pro­fun­da con­vic­ción reli­gio­sa, pre­gun­ta a la que él no res­pon­de de mane­ra con­cre­ta. He ahí otro de los sub­te­mas plan­tea­dos por el autor.

La pie­za pre­sen­ta el per­so­na­je de Patrick Salo­mon (Mau­ri­ce Pod­brey), her­mano de Mar­ce­lle, quien es el narra­dor y ade­más el puen­te que une a sus bisa­bue­los Adolphe Salo­mon (Wade Lynch) y su espo­sa Irma Salo­mon (Feli­cia Shul­man). Ambos habi­tan­do un peque­ño depar­ta­men­to pari­sino duran­te la ocu­pa­ción ale­ma­na, mila­gro­sa­men­te se sal­va­ron de ser arres­ta­dos pudien­do seguir man­te­nien­do el nego­cio de los Pia­nos Salo­mon; si bien una de sus hijas vive en Méxi­co, su hijo Lucien (Eyal Galli) no ha podi­do evi­tar en ser depor­ta­do y envia­do a los cam­pos de con­cen­tra­ción en Polo­nia. Cuan­do la gue­rra con­clu­ye Adolphe e Irma sien­ten gran ale­gría cuan­do Lucien que ha logra­do sobre­vi­vir regre­sa al hogar jun­to con su pri­mo­gé­ni­to Pie­rre (Michael “Misha” Kre­zer­man) aun­que no pue­den ocul­tar el horror que les pro­du­ce cuan­do él les rela­ta la tra­ge­dia del holo­caus­to. Aho­ra lo más impor­tan­te es que Lucien pue­da seguir man­te­nien­do la empre­sa con la ven­ta de pia­nos que des­pués de la gue­rra se tor­na más difí­cil. Al vol­ver a la épo­ca actual se con­tem­pla al anciano Pie­rre Salo­mon (Mau­ri­ce Pod­brey) cuyo hijo Patrick se hará car­go de él en la medi­da que su her­ma­na y fami­lia se tras­la­dan a Israel.

La narra­ti­va entre pre­sen­te y pasado,converge armo­nio­sa­men­te y a tra­vés de la mis­ma hay nume­ro­sos tópi­cos que se vin­cu­lan con el pro­ble­ma cen­tral del anti­se­mi­tis­mo. A la refe­ren­cia his­tó­ri­ca de los judíos en Fran­cia, se une el tema de que el odio vis­ce­ral a esta comu­ni­dad sur­gió mucho antes que sus inte­gran­tes hayan sido toma­dos como chi­vos emi­sa­rios de la muer­te de Cris­to. No menos intere­san­te es la dis­cu­sión de si es con­ve­nien­te vivir en el actual gobierno de Israel man­te­nien­do y avan­zan­do en la ocu­pa­ción de terri­to­rios pales­ti­nos con las ten­sio­nes que eso pro­du­ce sin que exis­ta por aho­ra solu­ción al pro­ble­ma. ¿Cuán­tas más atro­ci­da­des es posi­ble que aguar­den los judíos?

No obs­tan­te los diver­gen­tes pun­tos de vis­ta de los per­so­na­jes sobre cómo reac­cio­nar fren­te al anti­se­mi­tis­mo el autor resal­ta el gran mila­gro de que a pesar de los múl­ti­ples ata­ques sufri­dos, el pue­blo judío ha sub­sis­ti­do a tra­vés de los mile­nios y es orgu­llo­so de haber brin­da­do al mun­do ente­ro insig­nes repre­sen­tan­tes como lo fue­ron, entre otros, Eins­tein, Kaf­ka y Bernstein.

De lo que ante­ce­de hay varios sub­te­mas de gran inte­rés plan­tea­dos en esta den­sa y con­mo­ve­do­ra obra que man­tie­ne per­ma­nen­te el inte­rés de la audien­cia a lo lar­go de sus tres horas de dura­ción. Eso es debi­do al mag­ní­fi­co tex­to de Joshua Har­mon, a la exce­len­te pues­ta escé­ni­ca de Lisa Rubin demos­tran­do su fina sen­si­bi­li­dad para trans­mi­tir el men­sa­je de su autor y al remar­ca­ble elen­co carac­te­ri­zan­do con máxi­ma auten­ti­ci­dad a los 11 per­so­na­jes que la integran.

Dicho lo que ante­ce­de, el públi­co asis­te a una memo­ra­ble expe­rien­cia teatral.