Cues­tio­nan­do el Valor del Exito

TOP GIRLS.  Autor: Caryl Chur­chill – Adap­ta­ción y Direc­ción: Miche­li­ne Che­vrier –- Elen­co: Lau­ra Condlln, Leni Par­ker, Lauryn All­man, Lucin­da Davis, Ela­na Dun­kel­man, Fran­ce Rolland, Julie Tami­ko Man­ning — Deco­ra­dos: Max-Otto Fau­teux — Ves­tua­rio: Mylè­ne Cha­brol — Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Sirois – Dise­ño de Soni­do: Jes­se Ash — Dura­ción: 2h25 inclu­yen­do 20 minu­tos de entre­ac­to- Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 18 de mayo de 2014 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Esta obra de la dra­ma­tur­ga bri­tá­ni­ca Caryl Chur­chill estre­na­da en 1982 y que ya fue estre­na­da en Cana­dá, vuel­ve a ser repre­sen­ta­da en una esme­ra­da pro­duc­ción del Cen­tro Segal. Chur­chill ubi­ca la acción en Gran Bre­ta­ña a prin­ci­pios de la déca­da de los años 80 y su pro­pó­si­to es explo­rar el femi­nis­mo a tra­vés del suce­so de las muje­res en el medio labo­ral. Si bien el femi­nis­mo es un con­jun­to de ideo­lo­gías pre­co­ni­zan­do la igual­dad de los dere­chos entre ambos sexos, cues­tio­nan­do el domi­nio de los hom­bres y la injus­ta asig­na­ción de roles socia­les atri­bui­dos, el pro­pó­si­to de la auto­ra es una feroz crí­ti­ca al indi­vi­dua­lis­mo impe­ran­te duran­te la ges­tión de gobierno de Mar­ga­ret That­cher toman­do como ejem­plo el éxi­to logra­do por la pro­ta­go­nis­ta de su rela­to en el mun­do de los negocios.

Leni Parker (Joyce) and Laura Condlln (Marlene)

Leni Par­ker (Joy­ce) y Lau­ra Condlln (Mar­le­ne)

A tra­vés de una narra­ción nada con­ven­cio­nal a la vez que no lineal, la obra tie­ne dos par­tes bien dife­ren­cia­das. La pri­me­ra de ella que es la más bre­ve intro­du­ce a Mar­le­ne, el per­so­na­je prin­ci­pal, quien deci­de fes­te­jar su pro­mo­ción como Direc­to­ra Eje­cu­ti­va en la agen­cia de empleos en la que tra­ba­ja orga­ni­zan­do una cena a la que acu­den per­so­na­jes feme­ni­nos de dife­ren­tes perío­dos his­tó­ri­cos que inclu­yen a una papi­sa que ejer­ció el papa­do cató­li­co ocul­ta­do su ver­da­de­ro sexo, una via­je­ra de la era vic­to­ria­na, una cor­te­sa­na de un empe­ra­dor japo­nés, una fla­men­ca pro­vo­ca­do­ra que sur­ge de una pin­tu­ra de Brueghel así como una obe­dien­te espo­sa de uno de los cuen­tos inclui­dos en la obra Los Cuen­tos de Can­ter­bury escri­ta en el siglo 14. A tra­vés de los diá­lo­gos, en gran par­te super­pues­tos, que se van suce­dien­do duran­te el ága­pe la auto­ra pun­tua­li­za los esfuer­zos y logros de esas muje­res para esta­ble­cer un para­le­lo con lo que acon­te­ce en la segun­da par­te de esta his­to­ria que trans­cu­rre en la épo­ca actual, a prin­ci­pios de la déca­da del 80.

Es en esta sec­ción don­de pre­sen­cia­mos a Mar­le­ne, en su nue­vo pues­to, don­de tan­to ella como dos de sus subal­ter­nas van entre­vis­tan­do a can­di­da­tas que se pre­sen­tan en pro­cu­ra de empleo y en don­de cual­quie­ra que haya bus­ca­do tra­ba­jo pue­de fácil­men­te iden­ti­fi­car­se. Es allí que tras­lu­ce la per­so­na­li­dad de Mar­le­ne como una mujer arro­gan­te, inhu­ma­na, dura e insen­si­ble, quien no duda en recu­rrir a cual­quier medio con tal de man­te­ner el éxi­to obte­ni­do. Ya, en el plano más ínti­mo y per­so­nal, la obra plan­tea el con­tras­te entre ella y su her­ma­na Joy­ce don­de en la últi­ma esce­na, la más pro­fun­da y emo­ti­va, que­da expues­ta la sole­dad de Mar­le­ne que tam­po­co dudó en aban­do­nar a su fami­lia con tal de lograr su meta triunfal.

En esen­cia, ana­li­zan­do la con­di­ción feme­ni­na, la obra cues­tio­na el sig­ni­fi­ca­do del éxi­to cuan­do eso es logra­do a tra­vés de una dudo­sa esca­la de valo­res que el pro­pio movi­mien­to femi­nis­ta ha veni­do cri­ti­can­do al con­ver­tir a las muje­res en patriar­cas sin alma ni amor hacia los más débi­les y necesitados.

La obra igual­men­te plan­tea has­ta qué pun­to las muje­res pue­den lle­var ade­lan­te una exi­to­sa carre­ra pro­fe­sio­nal sin des­cui­dar la vida fami­liar. En tal sen­ti­do, con la evo­lu­ción de la socie­dad actual, se pue­de cons­ta­tar que a pesar de que aún sub­sis­ten cier­tas dife­ren­cias, la mujer ha veni­do rele­gan­do el rol tra­di­cio­nal de ama de casa para desem­pe­ñar­se a la par del hom­bre ejer­cien­do car­gos eje­cu­ti­vos de jerar­quía en los sec­to­res labo­ra­les como así tam­bién en el cam­po polí­ti­co, sin que eso vaya en detri­men­to de su familia.

La muy satis­fac­to­ria pues­ta con­ce­bi­da por Miche­li­ne Che­vrier trans­mi­te la diná­mi­ca del tex­to y logra nota­ble flui­dez en la muy bue­na actua­ción de las sie­te actri­ces que inte­gran su elen­co, don­de cada una de ellas asu­me más de un rol con la sola excep­ción de Lau­ra Condlln inter­pre­tan­do a Mar­le­ne. La esce­no­gra­fía de Max-Otto Fau­teux valién­do­se de seis mesas y sillas res­pec­ti­vas per­mi­te ade­cua­da­men­te repro­du­cir las esce­nas que tie­nen lugar en la comi­da de Mar­le­ne, la ofi­ci­na de la agen­cia y la del living de la casa don­de habi­ta Joyce.

Sal­vo la úni­ca obser­va­ción de que los diá­lo­gos super­pues­tos que acon­te­cen en deter­mi­na­das situa­cio­nes de la obra impi­den que el públi­co pue­da con­cen­trar­se en lo que los per­so­na­jes están expre­san­do, el Segal Cen­tre ofre­ce una vela­da tea­tral de calidad.

El Regre­so del Hom­bre Araña

THE AMA­ZING SPI­DER-MAN 2. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Marc Webb

Des­pués del pri­mer capí­tu­lo de la nue­va serie del Hom­bre Ara­ña comen­za­da hace dos años las aven­tu­ras de Peter Par­ker como el Hom­bre Ara­ña con­ti­núan, aun­que esta vez la tra­ma carez­ca de la fres­cu­ra de la ante­rior tri­lo­gía comen­za­da en 2002.

For­mal­men­te, esta segun­da par­te está correc­ta­men­te fil­ma­da y ade­cua­da­men­te inter­pre­ta­da con­tan­do con sufi­cien­tes esce­nas de acción para que el públi­co joven se sien­ta satis­fe­cho; sin embar­go, resul­ta más cues­tio­na­ble saber has­ta qué pun­to una audien­cia más exi­gen­te que­da­rá com­pla­ci­da fren­te a un rela­to dema­sia­do entre­ve­ra­do, no siem­pre cohe­ren­te y de dura­ción excesiva.

Andrew Garfield

Andrew Gar­field

Este capí­tu­lo mues­tra a Peter Par­ker (Andrew Gar­field), un joven vul­ne­ra­ble y trau­ma­ti­za­do por el aban­dono de sus padres que aho­ra lle­ga a saber qué les acon­te­ció, aun­que eso no ami­no­ra sus penas. Al pro­pio tiem­po, y a pesar de su inma­du­rez es cons­cien­te de las res­pon­sa­bi­li­da­des que le con­cier­nen sabien­do que como un super­hé­roe dota­do de pode­res espe­cia­les debe estar al ser­vi­cio de la comu­ni­dad neo­yor­ki­na para cuan­do lo necesite.

Tenien­do en cuen­ta que sin villa­nos no hay his­to­ria que man­ten­ga la intri­ga del rela­to, el guión ela­bo­ra­do por Alex Kur­tz­man, Rober­to Orci y Jeff Pink­ner, con­ci­be tres enemi­gos a fal­ta de uno. Así se encuen­tra Max Dillon (Jamie Foxx), un inge­nie­ro eléc­tri­co de la cor­po­ra­ción OsCorp don­de tra­ba­ja­ba el padre de Peter, quien por un acci­den­te invo­lun­ta­rio que­da con­ver­ti­do en Elec­tro, un peli­gro­so aun­que paté­ti­co enemi­go des­car­gan­do elec­tri­ci­dad; el otro mal­va­do es Alek­sei Sytse­vich, un sádi­co ruso (Paul Gia­mat­ti) de bre­ve apa­ri­ción en la tra­ma aun­que apor­ta algu­nos de los mejo­res momen­tos del film, y el ter­ce­ro es Harry Osborn (Dane DeHaan), el here­de­ro de la men­cio­na­da empre­sa y ami­go de la infan­cia de Peter quien cree que éste lo trai­cio­nó y que trans­for­ma­do en el Duen­de Ver­de tra­ta­rá de ven­gar­se de él. No es nece­sa­rio ade­lan­tar el modo en que cada uno de los mis­mos inter­ac­túa con nues­tro super­hé­roe; con todo cabe seña­lar que se ori­gi­nan secuen­cias de con­si­de­ra­ble acción don­de, entre otras, se verá al Hom­bre Ara­ña efec­tuan­do sal­tos espec­ta­cu­la­res a tra­vés de los edi­fi­cios de Nue­va York, enfren­tan­do a Elec­tro en Times Squa­re y una deci­si­va lucha final con el Duen­de Ver­de que deja abier­ta la puer­ta para enla­zar este capí­tu­lo con la ter­ce­ra par­te de la saga que se verá en 2016.

El mayor pro­ble­ma del film es la fal­ta de con­ca­te­na­ción del guión des­cri­bien­do una his­to­ria dema­sia­do caó­ti­ca y con­vul­sio­na­da que al final de la mis­ma ter­mi­na por fati­gar. Lo más res­ca­ta­ble y lo que en ver­dad cons­ti­tu­ye el alma de este rela­to es su lado román­ti­co, don­de Peter y su dul­ce novia (Emma Sto­ne) ade­más de apor­tar los momen­tos ínti­mos del rela­to brin­dan en su des­en­la­ce una de las esce­nas más bellas y poé­ti­cas del film. Otro aspec­to a su favor son los efec­tos espe­cia­les bien logra­dos y la bue­na músi­ca de Johnny Marr, Pha­rrell Williams y Hanz Zimmer.

Con­clu­sión: Un segun­do capí­tu­lo que sin inno­var ni lle­gar a exci­tar mayor­men­te agra­da­rá al públi­co ado­les­cen­teJor­ge Gutman

Recuer­dos de Infancia

LA DAN­ZA DE LA REALI­DAD. Chi­le, Fran­cia, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Ale­jan­dro Jodorowsky 

Des­pués 23 años de ausen­cia y del malo­gra­do pro­yec­to de Dune (ver edi­ción del 11 de abril) que había sido el sue­ño de su vida, se pro­du­ce el retorno del octo­ge­na­rio rea­li­za­dor Ale­jan­dro Jodo­rowsky con un film per­so­nal, par­cial­men­te auto­bio­grá­fi­co, en don­de que­da rese­ña­da su infan­cia y la rela­ción con­flic­ti­va man­te­ni­da con su fami­lia, espe­cial­men­te con su padre. 

Como lo ha hecho en sus tra­ba­jos pre­ce­den­tes (El Topo, La Mon­ta­ña Sagra­da), aquí nue­va­men­te se vuel­ve a cons­ta­tar la natu­ra­le­za psi­co­dé­li­ca y surrea­lis­ta de su esti­lo, aun­que en la pre­sen­te oca­sión adquie­re un carác­ter más ínti­mo; en efec­to, el cineas­ta inten­ta des­nu­dar­se emo­cio­nal­men­te para mos­trar al espec­ta­dor algu­nas de las inquie­tu­des que han carac­te­ri­za­do duran­te su exis­ten­cia, a tra­vés de un len­gua­je narra­ti­vo don­de lo fan­tás­ti­co se fun­de con la realidad.

Jeremías Herskovits, Pamela Flores y Boris Jodorowsky

Jere­mías Hers­ko­vits, Pame­la Flo­res y Boris Jodorowsky

Con remi­nis­cen­cia de algu­nos de los fil­mes de Fede­ri­co Felli­ni (espe­cial­men­te Amar­cord) don­de los recuer­dos de la infan­cia que­dan trans­fi­gu­ra­dos por la memo­ria, Jodo­rowsky efec­túa un via­je ima­gi­na­rio hacia el pasa­do ubi­can­do la acción del rela­to en su ciu­dad natal de Toco­pi­lla, en el nor­te de Chi­le. Allí, en la déca­da del 30, el sen­si­ble pre­ado­les­cen­te Ale­jan­dro (Jere­mías Hers­ko­vits), hijo de una fami­lia judía, con­vi­ve con Jai­me (Boris Jodo­rowsky), su rigu­ro­so y auto­ri­ta­rio padre muy devo­to de Sta­lin, y su madre Sara (Pame­la Flo­res) quien dia­lo­ga can­tan­do con una chi­rrian­te voz de soprano, posi­ble­men­te por­que siem­pre soñó con lle­gar a ser una gran diva sin haber­lo logra­do. Entre el afec­to de Sara y la pre­sión de su pro­vo­ca­ti­vo pro­ge­ni­tor que mide la mas­cu­li­ni­dad del mucha­cho por el nivel de dolor que pue­de tole­rar, el rela­to ade­más de refle­jar los pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos de Ale­jan­dro, tam­bién se entre­mez­cla con recuer­dos de la vida polí­ti­ca chi­le­na y en espe­cial del anti­se­mi­tis­mo que tuvo que tole­rar de sus com­pa­ñe­ros de escue­la a tra­vés de chis­tes des­agra­da­bles y bur­lo­nes. Pero lo esen­cial de este con­fe­sio­na­rio es el inten­to del rea­li­za­dor de rein­ven­tar a su fami­lia y de recom­po­ner el víncu­lo con su padre, que en últi­ma ins­tan­cia sig­ni­fi­ca­rá recon­ci­liar­se con su infancia. 

Alu­dien­do al títu­lo de esta ambi­va­len­te auto­bio­gra­fía, Jodo­rowsky quie­re expre­sar que la reali­dad –tal como se per­ci­be- nun­ca pue­de ser obje­ti­va sino que es el resul­ta­do de la dan­za pro­vo­ca­da por nues­tra imaginación. 

Con­clu­sión: Aun­que la expo­si­ción de este dra­ma fami­liar se extien­de un poco más de lo nece­sa­rio, hay algu­nos ele­men­tos que com­pen­san el incon­ve­nien­te: así, la atmós­fe­ra de rea­lis­mo mági­co y el háli­to poé­ti­co que Jodo­rowsky impreg­na a la his­to­ria a tra­vés de sor­pren­den­tes imá­ge­nes, la con­si­de­ra­ción de algu­nos temas de inte­rés vin­cu­la­dos con la reli­gión, el mis­ti­cis­mo y la filo­so­fía, aña­di­do a una bue­na inter­pre­ta­ción de con­jun­to, con­tri­bu­yen a que el abu­rri­mien­to nun­ca inva­da al espec­ta­dor dis­pues­to a sumer­gir­se en el mun­do ima­gi­na­rio del vete­rano cineas­ta.  Jor­ge Gutman

Lanz­mann Entre­vis­ta a Murmelstein

THE LAST OF THE UNJUST/LE DER­NIER DES INJUS­TES. Fran­cia-Aus­tria, 2013. Un film de Clau­de Lanzmann 

Des­pués de haber­se dado a cono­cer en varios fes­ti­va­les inter­na­cio­na­les, inclu­yen­do el de Can­nes y el TIFF, aho­ra se aca­ba de estre­nar en Mon­treal este remar­ca­ble docu­men­tal de Clau­de Lanzmann.

Benjamin Murmelstein y Claude Lanzmann

Ben­ja­min Mur­mels­tein y Clau­de Lanzmann

El nom­bre de este rea­li­za­dor fran­cés no es des­co­no­ci­do por­que a él se debe el docu­men­to más impor­tan­te que se haya hecho en cine sobre el Holo­caus­to; en efec­to, en Shoa (1985), un film de 9 horas y media, sin recu­rrir a nin­gún mate­rial de archi­vo, Lanz­mann reco­gió el tes­ti­mo­nio de los sobre­vi­vien­tes, tes­ti­gos y ex nazis para ofre­cer con lujo de deta­lles el retra­to más horren­do de lo que fue el geno­ci­dio nazi. Pre­ci­sa­men­te, por la exten­sión de ese inva­lua­ble docu­men­tal, no pudo incor­po­rar una serie de entre­vis­tas que man­tu­vo con Ben­ja­mín Mur­mels­tein quien fue el últi­mo pre­si­den­te del Con­se­jo Judío encar­ga­do de diri­gir el cam­po de con­cen­tra­ción de The­re­siens­tadt, a 60 kiló­me­tros de Pra­ga. El pre­sen­te film vuel­ve nue­va­men­te sobre el tema, al incluir en esta opor­tu­ni­dad las entre­vis­tas que Lanz­mann le efec­tuó en Roma en 1975, don­de el entre­vis­ta­do se con­fie­sa como un “exi­lia­do y el últi­mo de los injus­tos”. 

Duran­te la cruel gue­rra el apa­ra­to pro­pa­gan­dís­ti­co del Ter­cer Reich tra­tó de demos­trar a la Cruz Roja que el gue­to judío de Tere­zín era un ejem­plo mode­lo don­de sus habi­tan­tes goza­ban de una vida nor­mal y sin que nadie fue­ra exter­mi­na­do, aún cuan­do la reali­dad fue indis­cu­ti­ble­men­te dife­ren­te. Cuan­do el con­flic­to béli­co con­clu­yó en 1945, Mur­mels­tein fue acu­sa­do de haber man­te­ni­do una estre­cha cola­bo­ra­ción con los nazis –en espe­cial con Adolf Eich­mann-; por esa razón fue encar­ce­la­do duran­te cier­to tiem­po aun­que final­men­te que­dó libe­ra­do de cul­pa y car­go al demos­trar que su víncu­lo dia­rio con el sinies­tro régi­men per­mi­tió que él pudie­se nego­ciar y sal­var la vida de 120 mil judíos al lograr que emi­gra­ran a Pales­ti­na. A pesar de todo, jamás le fue per­mi­ti­do via­jar a Israel y por lo tan­to se vio impo­si­bi­li­ta­do de tes­ti­mo­niar en el jui­cio rea­li­za­do a Eich­mann (1962) en Jeru­sa­lén; más aún, cuan­do murió en Roma en 1989, el Gran Rabino de esa ciu­dad se negó a ente­rrar­lo en un cemen­te­rio judío. 

A pesar de la rela­ción man­te­ni­da con Eich­mann, Mur­mels­tein no ha teni­do empa­cho de denun­ciar­lo como uno de los prin­ci­pa­les res­pon­sa­bles de la “Solu­ción Final”, recha­zan­do enfá­ti­ca­men­te la teo­ría de la filó­so­fa Han­na Arendt sobre “la bana­li­dad del mal”. 

Este docu­men­to se valo­ri­za por la per­so­na­li­dad del entre­vis­ta­do. A tra­vés de la serie de entre­vis­tas el espec­ta­dor tie­ne la impre­sión de encon­trar­se fren­te a un hom­bre eru­di­to, inte­li­gen­te, de memo­ria excep­cio­nal y exce­len­te rela­tor. En uno de los momen­tos en que Lanz­mann lo inte­rrum­pe pre­gun­tán­do­le cómo es posi­ble que efec­túe su rela­to sin expe­ri­men­tar emo­ción en lo que expre­sa, Mur­mels­tein le res­pon­de con com­ple­ta con­vic­ción dan­do el ejem­plo del ciru­jano que fren­te a la mesa de ope­ra­cio­nes no pue­de llo­rar por­que de lo con­tra­rio lle­ga­ría a matar a su paciente. 

Igual­men­te enco­mia­ble es la labor de Lanz­mann quien en últi­ma ins­tan­cia es el res­pon­sa­ble direc­to de la extra­or­di­na­ria inves­ti­ga­ción empren­di­da, cuyo resul­ta­do es un docu­men­tal rigu­ro­so, estre­me­ce­dor y dolo­ro­so pero a todas luces impor­tan­te de juz­gar, sobre todo para las nue­vas gene­ra­cio­nes a fin de que pue­dan cap­tar en toda su dimen­sión la tra­ge­dia que vivió la huma­ni­dad hace menos de un siglo y que lamen­ta­ble­men­te se repe­ti­ría pos­te­rior­men­te con los crí­me­nes come­ti­dos en la gue­rra de los Bal­ca­nes y en el geno­ci­dio de Ruanda. 

Al pro­pio tiem­po, este docu­men­to deja amplio cam­po para la refle­xión. ¿Pudo Mur­mels­tein haber actua­do de dife­ren­te mane­ra a la que pro­ce­dió según lo aquí expues­to? ¿Habien­do sal­va­do la vida de miles de judíos, mere­ció haber sido des­te­rra­do de la comu­ni­dad judía? Natu­ral­men­te, estas pre­gun­tas que­dan sin res­pues­ta, o al menos cada per­so­na ten­drá su opi­nión al res­pec­to, pero lo cier­to es que Lanz­mann está con­ven­ci­do de la hones­ti­dad e inte­gri­dad de su entre­vis­ta­do a quien lle­gó a apreciarlo. 

Con­clu­sión: Un docu­men­tal excep­cio­nal de impres­cin­di­ble visión.  Jor­ge Gutman

Ven­gan­za Femenina

THE OTHER WOMAN. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Nick Cassavetes 

Valién­do­se del guión de Melis­sa K. Stack, el rea­li­za­dor Nick Cas­sa­ve­tes inten­ta abor­dar el géne­ro de la come­dia frí­vo­la. Des­afor­tu­na­da­men­te, The Other Woman es un film falli­do que no obs­tan­te per­mi­te el luci­mien­to de Came­ron Díaz y muy espe­cial­men­te de Les­lie Mann a fin de que los pro­duc­to­res las ten­gan en cuen­ta para pro­yec­tos futu­ros más inspirados. 

Cameron Diaz y Nikolaj Coster-Waldau

Came­ron Diaz y Niko­laj Coster-Waldau

Carly Whit­ten (Díaz) es una atrac­ti­va y com­pe­ten­te abo­ga­da que se sien­te muy a gus­to en el víncu­lo sen­ti­men­tal que la une a Mark (Niko­laj Cos­ter-Wal­dau), un hom­bre de nego­cios a quien cono­ció hace dos meses. Los pri­me­ros 10 minu­tos mues­tran a esta pare­ja gozan­do de momen­tos feli­ces e inter­cam­bian­do diá­lo­gos acep­ta­ble­men­te plau­si­bles. Repen­ti­na­men­te, todo cam­bia cuan­do ella se aper­so­na a su domi­ci­lio sin que él lo sepa y des­cu­bre que está casa­do con Kate (Mann). Fren­te a esta reve­la­ción y por insis­ten­cia de la sor­pren­di­da espo­sa, Carly se une a ella para ven­gar­se del cíni­co mari­do y aman­te; al empren­der esta sin­gu­lar cam­pa­ña ambas des­cu­bren que Mark tie­ne a su vez otra aman­te, Amber (Kate Upton), lo que apro­ve­chan para per­sua­dir­la a que ella for­me par­te tam­bién del club de muje­res ven­ga­do­ras que tra­ta­rán de pro­pi­nar una bue­na lec­ción al don­jua­nes­co individuo.

En papel, la tra­ma se pres­ta­ba para una bue­na come­dia sofis­ti­ca­da, pero lamen­ta­ble­men­te ese no es el caso; con excep­ción de alguno que otro gag acep­ta­ble, aquí pre­do­mi­na lo bur­do, lo cha­to, lo pre­vi­si­ble como así tam­bién algu­nas esce­nas de dudo­so gus­to. Evi­den­te­men­te, Cas­sa­ve­tes- al menos por el momen­to- no está dota­do para el géne­ro que se ha pro­pues­to y si bien hay uno que otro momen­to gra­cio­so, pare­ce­ría que fue logra­do por casua­li­dad. Nada habría per­ju­di­ca­do si aca­so el rea­li­za­dor se hubie­ra preo­cu­pa­do de inda­gar con cier­ta pro­fun­di­dad la psi­quis feme­ni­na den­tro del con­tex­to en que trans­cu­rre la acción; pero tal como está rea­li­za­do, lo que se apre­cia es un rela­to insul­so que pue­de ser tole­ra­ble por la viva­ci­dad que des­plie­gan Díaz y Mann. En roles secun­da­rios, Don John­son como el padre divor­cia­do de Carly y Tay­lor Kin­ney como el agra­da­ble her­mano de Phil, per­mi­ten ame­ni­zar el rela­to espo­rá­di­ca­men­te pero sin lograr sal­var­lo de su mediocridad.

Con­clu­sión: Una frus­tra­da come­dia de soli­da­ri­dad feme­ni­na que no com­pen­sa el tiem­po insu­mi­do en su visión.  Jor­ge Gutman