Para Diver­tir­se Sin Mucho Pensar

RED 2. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Dean Parisot

Esta pelí­cu­la es en cier­ta for­ma una con­ti­nua­ción de RED juz­ga­da hace 3 años y podría seña­lar­se que con Dean Pari­sot como direc­tor en lugar de Robert Sch­went­ke su con­te­ni­do no difie­re mucho sal­vo que la vio­len­cia adquie­re aquí mayor inten­si­dad. Pero eso poco impor­ta, por­que nada de lo que se con­tem­pla tie­ne visos de reali­dad y por lo tan­to el dra­ma que­da des­car­ta­do. Como en su capí­tu­lo ori­gi­nal, la his­to­ria care­ce de lógi­ca y para poder seguir­la es nece­sa­rio no pen­sar mucho y aco­mo­dar­se en el asien­to siguien­do las ton­te­ras con­ta­das por un gru­po de acto­res que son tan capa­ces de actuar en fil­mes serios como en pro­yec­tos de menor ambi­ción artística.

Cabe reco­no­cer que si como come­dia cari­ca­tu­res­ca este film no logra el mis­mo impac­to que su pre­de­ce­sor, al menos sus momen­tos de humor la hacen tole­ra­ble ate­nuan­do de este modo las debi­li­da­des de un guión don­de nada de lo que ocu­rre es pre­vi­si­ble y a veces has­ta se hace incom­pren­si­ble. En todo caso, el pro­pó­si­to que ani­mó a los res­pon­sa­bles de esta secue­la es ofre­cer un diver­ti­men­to don­de el argu­men­to no tie­ne tras­cen­den­cia alguna.

Mary Louise-Parker, Bruce Willis y John Malkovich

Mary Loui­se-Par­ker, Bru­ce Willis y John Malkovich

Bru­ce Willis sigue ani­man­do a Frank, el ex agen­te de la CIA que quie­re lle­var una tran­qui­la vida de jubi­la­do jun­to con su joven pare­ja Sarah (Mary Loui­se Par­ker). Pero su excén­tri­co ex cama­ra­da y buen ami­go Mar­vin (John Malko­vich) le anti­ci­pa que hay un peli­gro ace­chan­do por par­te de fun­cio­na­rios del gobierno ame­ri­cano que los creen haber esta­do impli­ca­dos con un arma de des­truc­ción masi­va per­di­do en la épo­ca de la gue­rra fría. De allí en más comien­za una lar­ga aven­tu­ra para Frank, Sarah y Mar­vin para tra­tar de ubi­car la bom­ba nuclear y esca­par de impla­ca­bles enemi­gos. Así el trío se des­pla­za de Esta­dos Uni­dos hacia París y lue­go a Lon­dres, expo­nien­do sus vidas en una serie de inci­den­tes risi­ble­men­te vio­len­tos. En la gale­ría de per­so­na­jes adi­cio­na­les se encuen­tra nue­va­men­te la vete­ra­na Helen Mirren como Vic­to­ria, la ex agen­te del ser­vi­cio de inte­li­gen­cia bri­tá­ni­co M16, ade­más de nue­vos ros­tros como los de una espía rusa (Cathe­ri­ne Zeta-Jones), un peli­gro­sí­si­mo ase­sino a suel­do sud­co­reano (Byung Hun Lee) y un extra­va­gan­te cien­tí­fi­co bri­tá­ni­co (Anthony Hop­kins) que jue­ga con Dios y con el diablo.

No hay nada con­si­de­ra­ble­men­te rele­van­te para des­ta­car en el film excep­to su cali­fi­ca­do elen­co que des­plie­ga con­si­de­ra­ble entu­sias­mo y ener­gía; como ocu­rrió en el capí­tu­lo ini­cial, Malko­vich sobre­sa­le en los roles pro­ta­gó­ni­cos, y en bre­ves inter­ven­cio­nes Mirren y Hop­kins demues­tran una vez más que son autén­ti­cos acto­res de raza cua­les­quie­ra sean los pape­les que se les asigne.

Con­clu­sión: Red 2 es un entre­te­ni­mien­to pasa­je­ro que será apre­cia­do por quie­nes adop­ten la acti­tud con­des­cen­dien­te de dejar de lado cual­quier atis­bo de lógi­ca, sin pen­sar en su des­ca­be­lla­do argu­men­to y estén dis­pues­tos a diver­tir­se con las san­de­ces y ton­te­ras de sus irrea­les per­so­na­jes. Jor­ge Gutman

Soni­dos Que Tensionan

Neigh­bou­ring Sounds (O Som au redor). Bra­sil, 2012. Un film de Kle­ber Men­don­ca Filho

Un escena del film

Un esce­na del film

En su ópe­ra pri­ma el rea­li­za­dor bra­si­le­ño de Kle­ber Men­don­ca Filho adop­ta la for­ma de un thri­ller para ilus­trar el modo en que la vio­len­cia laten­te pue­de reper­cu­tir en el seno de una socie­dad. Toman­do como refe­ren­cia la ciu­dad cos­te­ra de Reci­fe que es la capi­tal del esta­do de Per­nam­bu­co al nores­te de Bra­sil, el espec­ta­dor vive las vici­si­tu­des de lo que acon­te­ce en un dis­tri­to de cla­se media alta (barrio de Setú­bal) que se encuen­tra rodea­do de otros barrios de gran pobre­za. Así, se obser­va a los sec­to­res eco­nó­mi­ca­men­te pri­vi­le­gia­dos vivien­do en torres de cris­tal y estan­do siem­pre al ace­cho de aque­llos otros humil­des ser­vi­do­res a quie­nes explotan. 

Las imá­ge­nes sumer­gen al espec­ta­dor en un cli­ma de intran­qui­li­dad acom­pa­ña­do de soni­dos en derre­dor que van inten­si­fi­cán­do­se a lo lar­go del film seña­lan­do sutil­men­te las rela­cio­nes de poder exis­ten­tes entre los que tie­nen y los que no. El con­flic­to dra­má­ti­co se pro­du­ce cuan­do sus mora­do­res deci­den con­tra­tar los ser­vi­cios de una empre­sa pri­va­da de segu­ri­dad don­de un ex poli­cía (Irandhir San­tos) tie­ne a su car­go el ser­vi­cio de patru­lla­je noc­turno para vigi­lar la zona.

El direc­tor mane­ja con gran inte­li­gen­cia e ima­gi­na­ción el tema de la vio­len­cia per­mi­tien­do que su vigo­ro­so rela­to tras­cien­da a tra­vés de la bue­na des­crip­ción de los varia­dos per­so­na­jes don­de que­dan expues­tos rele­van­tes pro­ble­mas socia­les que aún per­sis­ten en Bra­sil. Así, a pesar del nota­ble pro­gre­so eco­nó­mi­co expe­ri­men­ta­do por el gran gigan­te de Amé­ri­ca Lati­na, aún no se ha eli­mi­na­do la mar­ca­da inequi­dad en la dis­tri­bu­ción del ingre­so exis­ten­te, gene­ran­do en con­se­cuen­cia la ten­sión social aquí pre­sen­ta­da. Jor­ge Gutman

Cró­ni­ca Familiar

UNE FAMI­LLE RES­PEC­TA­BLE. Irán-Fran­cia, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Mas­soud Bakhshi 

Aun­que aún no muy cono­ci­do inter­na­cio­nal­men­te, el rea­li­za­dor Mas­soud Bakshi for­ma par­te de la nue­va gene­ra­ción de cineas­tas de Irán y en tal con­di­ción sus pri­me­ros tra­ba­jos fue­ron docu­men­ta­les don­de en algu­nos de ellos (Teh­ran Has No More Pome­gra­na­tes!, 2007) tes­ti­mo­nia la his­to­ria del país en for­ma ame­na y didác­ti­ca. Con Una Fami­lia Res­pe­ta­ble abor­da por pri­me­ra vez la fic­ción y lo hace en un rela­to que le per­te­ne­ce des­cri­bien­do las andan­zas de un clan fami­liar a tra­vés del tiem­po, des­de los pri­me­ros años de la revo­lu­ción islá­mi­ca has­ta la épo­ca actual; al hacer­lo, indi­rec­ta­men­te mues­tra algu­nas face­tas de la socie­dad ira­ní que has­ta aho­ra con­ta­das pelí­cu­las de este ori­gen han ilustrado. 

Babak Hamidian

Babak Hamidian

El pro­ta­go­nis­ta es Arash (Babak Hami­dian), un uni­ver­si­ta­rio ira­ní que dejó el país a los 15 años de edad para estu­diar en Fran­cia. Tras 22 años de ausen­cia, retor­na a su tie­rra para ofre­cer cur­sos duran­te un semes­tre en la uni­ver­si­dad de Shi­raz y resi­dien­do en la casa de su madre (Ahoo Khe­rad­mand) quien está sepa­ra­da de su padre que habi­ta en Tehe­rán. Habien­do cum­pli­do su come­ti­do, lo que aho­ra desea es obte­ner su pasa­por­te para poder salir de Irán y retor­nar a Euro­pa lo cual en prin­ci­pio pare­ce no estar en con­di­ción de lograr­lo. Cuan­do el espec­ta­dor cree pre­sen­ciar los trá­mi­tes buro­crá­ti­cos que insu­me obte­ner el docu­men­to reque­ri­do, el guión intro­du­ce dos ele­men­tos impor­tan­tes que van den­si­fi­can­do al rela­to; por un lado, apa­re­ce un abo­ga­do de Tehe­rán para comu­ni­car­le que su padre mori­bun­do y con quien ha man­te­ni­do una gran dis­tan­cia afec­ti­va, deja a él y su madre una impor­tan­te heren­cia que ella rehú­sa acep­tar por pro­ve­nir de un hom­bre de poca cata­du­ra moral que ama­só su for­tu­na por medios ilí­ci­tos. Simul­tá­nea­men­te a esos hechos un nue­vo per­so­na­je apa­re­ce en esce­na con la lle­ga­da a Shi­raz de Hamed (Mehr­dad Sedighian), quien es el hijo del poco éti­co her­ma­nas­tro (Meh­ran Ahma­di) de Arash. La acti­tud de dupli­ci­dad que asu­me Hamed pone en evi­den­cia el abu­so y la corrup­ción de cier­tos inte­gran­tes de esta fami­lia en don­de todo pare­cie­ra medir­se en cues­tión de dinero. 

La incli­na­ción de Bakhshi como docu­men­ta­lis­ta hace que inclu­ya mate­rial de archi­vo de la dolo­ro­sa gue­rra de 8 años de la déca­da del 80 entre Irán e Irak trans­cu­rri­da duran­te la infan­cia de Arash, en don­de una tra­ge­dia fami­liar acae­ci­da ha gra­vi­ta­do en su memo­ria; eso aún reper­cu­te dra­má­ti­ca­men­te en la eta­pa actual de su vida. Los fac­to­res seña­la­dos brin­dan una con­si­de­ra­ble inten­si­dad a la his­to­ria así como la con­duc­ta poco éti­ca y moral sub­ya­cen­te en las intri­gas tra­ma­das por su no tan “res­pe­ta­ble familia”. 

Todo el film es mira­do y con­si­de­ra­do bajo la ópti­ca de su pro­ta­go­nis­ta pero lo intere­san­te es cómo lo que ocu­rre en el seno de su fami­lia repre­sen­ta un espe­jo de lo que Arash obser­va en la vida coti­dia­na de Tehe­rán con esce­nas de vio­len­cia, secues­tros, cen­su­ra uni­ver­si­ta­ria, así como com­por­ta­mien­tos de bru­ta­li­dad que pare­cen estar ace­chan­do con­ti­nua­men­te en dicha socie­dad. Sin­tién­do­se un extra­ño den­tro del medio que lo vio nacer has­ta par­tir al exte­rior y cre­yen­do que nada pue­de hacer, el film con­clu­ye con una nota de espe­ran­za en la medi­da que Arash adop­ta una impor­tan­te deci­sión al haber adqui­ri­do con­cien­cia de su identidad. 

Para fina­li­zar este comen­ta­rio cabe des­ta­car el rol de bajo per­fil pero muy impor­tan­te que los per­so­na­jes feme­ni­nos adquie­ren en esta his­to­ria; en vez de mos­trar la sumi­sión y un rol secun­da­rio fren­te a los hom­bres, son ellas las por­ta­do­ras de una dig­ni­dad moral a toda prue­ba en el seno de la familia. 

Con­clu­sión: Intere­san­te y ambi­cio­so film ilus­tran­do los con­flic­tos de una fami­lia como un refle­jo de la socie­dad en que se encuen­tra inmer­saJor­ge Gutman

Un Cáli­do Tri­bu­to a la Vejez

UNFI­NISHED SONG. Gran Bre­ta­ña, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Paul Andrew Williams

Por ter­ce­ra vez en los últi­mos meses se asis­te a un film que ade­más de estar cen­tra­do en gen­te de la ter­ce­ra edad tam­bién refle­ja el ver­da­de­ro amor de una pare­ja en el cre­púscu­lo de la vida. Aun­que Unfi­nished Song no alcan­ce el alto nivel del dra­ma Amour de Hane­ke o del film cana­dien­se Still Mine de Michael McGo­wan tie­ne ele­men­tos impor­tan­tes que lo valo­ri­zan. 

Con dos vete­ra­nos y exce­len­tes acto­res como lo son Vanes­sa Red­gra­ve y Teren­ce Stamp acom­pa­ña­dos por un buen elen­co don­de sobre­sa­le Gem­ma Arter­ton, una artis­ta de la nue­va gene­ra­ción que irra­dia talen­to y con­si­de­ra­ble sim­pa­tía, este film logra tocar la fibra ínti­ma del espec­ta­dor.  

Vanessa Redgrave y Terence Stamp

Vanes­sa Red­gra­ve y Teren­ce Stamp

El film se cen­tra en Arthur (Stamp), un anciano gru­ñón del cual es difí­cil per­ci­bir una son­ri­sa en su ros­tro; con todo exis­te una úni­ca razón de adhe­rir­se a su per­so­na al ver la total devo­ción brin­da­da a Marion (Red­gra­ve), su mujer afec­ta­da de un cán­cer en remi­sión y quien a su vez sien­te por él un amor entra­ña­ble. Los sóli­dos sen­ti­mien­tos que unen a la pare­ja no impli­can que nece­sa­ria­men­te com­par­tan los mis­mos gus­tos; así, y a dife­ren­cia de su mari­do que no le intere­sa en abso­lu­to, Marion encuen­tra reno­va­das fuen­tes de ener­gía para su debi­li­dad físi­ca par­ti­ci­pan­do en un coro inte­gra­do por un agra­da­ble gru­po de gen­te de edad simi­lar, ento­nan­do popu­la­res can­cio­nes, bajo la direc­ción de Eli­za­beth (Arten­ton), una encan­ta­do­ra y entu­sias­ta joven de con­ta­gio­so opti­mis­mo. El rela­to alcan­za su cli­max cuan­do el mal que aque­ja­ba a Marion reapa­re­ce ines­pe­ra­da­men­te ponien­do a prue­ba la for­ma en que el matri­mo­nio enfren­ta­rá el dra­ma como así tam­bién la reper­cu­sión que el hecho tie­ne en la gen­te del coro. Como una sub­tra­ma de esta his­to­ria, el film hace refe­ren­cia a la ten­sión que vive Arthur con su hijo James (Chris­topher Eccles­ton) por razo­nes no muy cla­ras. 

Posi­ble­men­te lo que se ve en pan­ta­lla pue­de que resul­te dema­sia­do sen­ti­men­tal y/o dul­ce con cier­tos cli­sés que no han sido evi­ta­dos; sin embar­go, eso es fácil­men­te olvi­da­ble cuan­do uno se encuen­tra fren­te a artis­tas que trans­mi­ten una gran con­vic­ción al dra­ma que vive la pare­ja y con un rea­li­za­dor que brin­da una cáli­da mira­da a todos y a cada uno de los per­so­na­jes con­ce­bi­dos. Por las razo­nes apun­ta­das es tam­bién fácil­men­te excu­sa­ble la pre­dic­ción de esta his­to­ria por­que en este caso, aun­que se adi­vi­ne cómo habrá de con­cluir, lo que más cuen­ta es el emo­ti­vo camino reco­rri­do para lle­gar a su des­en­la­ce. 

Que­da como sal­do un film que des­ta­ca la impor­tan­cia que tie­ne en la vida de una pare­ja de la ter­ce­ra edad man­te­ner una per­ma­nen­te comu­ni­ca­ción, el sen­ti­mien­to pro­fun­do de la amis­tad así como el res­pe­to que debe pre­va­le­cer entre las par­tes. No menos impor­tan­te es el valor que el film asig­na al can­to y a la músi­ca como fac­to­res de enri­que­ci­mien­to espi­ri­tual. 

Con­clu­sión: Un film que agra­da­rá fun­da­men­tal­men­te a una audien­cia madu­ra capaz de con­mo­ver­se con su sen­ci­lla y huma­na lec­ción de vida y real­za­do por la pre­sen­cia de dos gran­des acto­res. Jor­ge Gutman

Pira­te­ría Marítima

A HIJAC­KING. Dina­mar­ca, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Tobias Lindholm 

Tobías Lindholm quien ya ha teni­do con­si­de­ra­ble expe­rien­cia como guio­nis­ta en algu­nos fil­mes del cineas­ta Tho­mas Vin­ter­berg (Sub­ma­rino, The Hunt) y tam­bién par­ti­ci­pó como rea­li­za­dor jun­to con Michael Noer en R, aquí por pri­me­ra vez asu­me su con­di­ción de direc­tor úni­co en un dra­ma de nota­ble calidad. 

 Pilou Asbaek

Pilou Asbaek

Como el títu­lo lo anti­ci­pa, la ten­sa his­to­ria con­ce­bi­da por Lindhom se refie­re a un secues­tro que tie­ne lugar en alta mar. El film comien­za pre­sen­tan­do una secuen­cia don­de Mik­kel (Pilou Asbaek), el coci­ne­ro de un buque car­gue­ro quien desem­pe­ñan­do sus labo­res se comu­ni­ca tele­fó­ni­ca­men­te con su mujer expre­san­do su ansie­dad de retor­nar lo antes posi­ble al hogar para reen­con­trar­se con su fami­lia. Dos días des­pués y cuan­do la nave se encuen­tra en pleno Océano Índi­co el públi­co se ente­ra que la tri­pu­la­ción y el bar­co han sido obje­to de un asal­to con­su­ma­do dies­tra­men­te por pira­tas de Soma­lia que deman­dan un res­ca­te de 15 millo­nes de dóla­res para la libe­ra­ción del equi­pa­je. Es ahí don­de entran a actuar los inter­lo­cu­to­res repre­sen­ta­dos por Peter Lud­vig­sen (Soren Malling), el pre­si­den­te de la com­pa­ñía, quien para resol­ver la gra­ve situa­ción plan­tea­da deci­de con­tra­tar los ser­vi­cios de un exper­to en la mate­ria (Gary Skjold­mo­se Por­ter, que en la vida real se desem­pe­ña como tal) quien es traí­do a bor­do; sin embar­go, igno­ran­do los con­se­jos que el pro­fe­sio­nal le sumi­nis­tra, Peter deci­de lidiar con el pro­ble­ma cre­yen­do que él es el mejor inter­lo­cu­tor para actuar con los secues­tra­do­res.  

A medi­da que trans­cu­rren los días y sema­nas, sin que el dra­ma ten­ga visos de solu­ción por la intran­si­gen­cia de Peter en ceder a las deman­das de los extor­sio­na­do­res, hay un males­tar cre­cien­te mani­fes­ta­do tan­to por los fami­lia­res de los hom­bres de mar que se encuen­tran en tie­rra aguar­dan­do noti­cias así como por par­te de la tri­pu­la­ción de las 7 per­so­nas a bor­do cuya moral va minán­do­se gra­dual­men­te. Así, el encie­rro for­zo­so va gene­ran­do un cli­ma de opre­sión angus­tian­te fren­te al calle­jón sin sali­da.  

Lindholm ha logra­do un estu­pen­do thri­ller rea­lis­ta don­de la mayor par­te de la acción tie­ne lugar en dos esce­na­rios exclu­si­vos: las con­for­ta­bles ofi­ci­nas admi­nis­tra­ti­vas de la sede cen­tral y el con­fi­na­mien­to claus­tro­fó­bi­co del buque car­gue­ro; a pesar de dicho mini­ma­lis­mo, el rela­to man­tie­ne una gran ten­sión en el jue­go psi­co­ló­gi­co que se esta­ble­ce entre las par­tes en pug­na, fun­da­men­tal­men­te debi­do al buen desa­rro­llo de los per­so­na­jes. Para con­cen­trar el inte­rés de un rela­to duran­te casi dos horas de dura­ción se nece­si­tan acon­te­ci­mien­tos que dra­ma­ti­cen cons­tan­te­men­te el cli­ma vivi­do y en tal sen­ti­do, el guión va ori­gi­nán­do­los inte­li­gen­te­men­te al ilus­trar la ruti­na de una con­vi­ven­cia peli­gro­sa entre los cap­to­res y sus inde­fen­sos e inti­mi­da­dos rehenes. 

Las inter­pre­ta­cio­nes se des­ta­can por su excep­cio­nal natu­ra­li­dad. Malling, muy lejos de cual­quier este­reo­ti­po, repre­sen­ta impe­ca­ble­men­te al frío eje­cu­ti­vo que sin lle­gar a ser des­pia­da­do o cruel por estar acos­tum­bra­do a estar en com­ple­to con­trol de sus deci­sio­nes pre­su­me equi­vo­ca­da­men­te que nego­ciar con los pira­tas es algo seme­jan­te a tra­tar una tran­sac­ción comer­cial ordi­na­ria, has­ta que la reali­dad le demues­tra lo con­tra­rio. Simi­lar desem­pe­ño acto­ral cum­ple Asbaek trans­mi­tien­do cabal­men­te el esta­do aní­mi­co de una per­so­na que va per­dien­do la razón a medi­da que los dra­má­ti­cos acon­te­ci­mien­tos se pro­lon­gan inde­fi­ni­da­men­te. 

Con­clu­sión: Lindholm brin­da un ten­so dra­ma de sus­pen­so que por su sor­pren­den­te auten­ti­ci­dad más se ase­me­ja a un docu­men­tal que a una his­to­ria de fic­ción. Jor­ge Gutman