THE VOICES. Estados Unidos-Alemania, 2014. Un film de Marjane Satrapi
Extraña, macabra y a momentos surrealista, resulta difícil catalogar a este film. Tratando de ofrecer un relato de horror con algunos tintes cómicos, la realizadora Marjane Satrapi ofrece con The Voices una historia tan descabellada y desequilibrada como lo es su personaje central.
Al comenzar el relato, el público entra en contacto con Jerry (Ryan Reynolds), un individuo tímido e inseguro y de apariencia apacible; estando bajo tratamiento psiquiátrico, su terapeuta (Jacki Weaver) lo mantiene bajo un estricto control sobre ciertas drogas que debe ingerir. Trabajando en una fábrica, donde prácticamente es un don nadie, allí se siente atraído por Fiona (Gemma Arterton), una empleada que apenas nota su presencia. Todo prosigue normalmente hasta el momento en que deja de tomar la medicina prescripta; a partir de ese momento Jerry abandona su sencillez y afabilidad inicial para transformarse en un individuo mentalmente desestabilizado.
Para que la historia resulte original y diferente, el guión de Michael R. Perry introduce el recurso de que Jerry pueda oír las voces del perro y el gato que conviven con él. Es dudoso hasta qué punto lo que sus mascotas le dicen pueda generar el tono de comedia pretendido; lo cierto es que mientras que el perro trata de infundirle confianza, su gato le enrostra su naturaleza inestable, de ser poco amado y en cierta forma despreciable, lo que lo impulsa a convertirse en un asesino serial. Su primera victima resulta precisamente Fiona.
Es difícil determinar qué es lo que representan las voces de los animales dentro del contexto de este film. ¿Será la voz de la conciencia del protagonista, o son los efectos perturbadores de una persona que afectada psicológicamente ha perdido por completo el uso de la razón? Nada es concluyente porque la realizadora no aporta ningún antecedente previo de Jerryl que permita justificar su criminal actitud. Lo que sí queda claro es que la premisa inicial sólo podría haberse justificado si la intención hubiera sido la de ofrecer un film disparatadamente cómico o acaso el estudio psicológico de un enfermo mental; pero los elementos disparatados del guión no permiten un mayor análisis como tampoco la presencia de los animales brinda al relato el toque de comedia negra o de humor absurdo pretendido.
Ryan Reynolds es un buen actor pero aquí queda limitado por la naturaleza de un personaje difícil de caracterizar donde su proceso de locura no logra crear empatía alguna con el público que presencia este frustrante film.
Conclusión: Un fallido film que dista de ser gratificant. Jorge Gutman